Torah Thoughts

“Janu-ca” – “חנו-כ”ה”

“Y descansaron el 25”. Así aclaran nuestros Sabios una de las muchas explicaciones que le fue dada a la festividad de Jánuca que, aunque viene a recordar uno de los milagros que la bondad Divina hizo con nuestro Pueblo, queda la pregunta sobre su importancia ya que si profundizamos sobre la necesidad del mismo, llegaremos a la conclusión de que no era necesario el milagro, ya que mismo que no encontraron, tras la conquista de Jerusalem y del Templo de manos de los helenistas, sino solo una pequeña lata de aceite de oliva puro con el sello del Cohén Gadol, que no podía servir más que para el encendido del Sagrado Candelabro, “HaMenorá”, para solo un día. Recordemos que todas las tardes el Cohén encargado, estaba obligado a limpiar, preparar y encender las siete velas de la misma, encendiéndolas todas de la “vela occidental”, y que ya en ella se cumplía un milagro, pues aunque las siete tenían la misma capacidad de aceite y la misma mecha, seis encendían solo de noche y la “vela occidental” quedaba encendida hasta el anochecer del día siguiente, para que de ella volvieran a encender las correspondientes, por lo que todos los días que existió el Templo, se repitió el milagro, que en absoluto no se recuerda sino solamente en la Mishná en el Pirkei Avot, que nos comenta que diez milagros ocurrieron diariamente en el Templo, y ni hablar de muchísimos más que ocurrieron a lo largo de nuestra historia, y no estamos obligados a recordarlos, como Elisha y la mujer de Obadia, o la mujer del Tana, que encendió las velas de Shabat con vinagre en lugar de aceite, y el Taná le dijo: “Quien dijo al aceite que encienda, dirá al vinagre que encienda”.  Por lo que nos queda preguntarnos qué simboliza en especial Jánuca, más que cualquier otro milagro, a lo que hay que responder que todos los demás milagros se realizaron por la necesidad, mismo que hubieran otros caminos, pero el hecho en sí era necesario.  Así fue con las diez plagas, con la apertura del Mar Rojo, del maná en el desierto, Elisha y el aceite, mientras que el aceite que duró siete veces su tiempo, era totalmente innecesarios ya que para una obligación pública, como el encendido de la Menorá, está permitido usar aceite impuro:”Tumhá Utra Bezibur”, “La impureza está permitida al público” (a una mitzvá del público”, sino que Janucá simboliza la lucha por la perfección en la Torá, sin permisos, sin arreglos, sin acuerdos, sin política.  Pureza pura, pudieron haber llegado a un acuerdo con los helenistas.  Al fin y al cabo eran nuestros hermanos, solamente asimilados a la cultura griega, donde la filosofía está por encima de la Torá, la idolatría por encima del servicio a Hashem, los juegos, las olimpiadas por encima del Brit Milá (ya que se considera una mutación y los defectuosos tienen prohibido la participación.  Hoy estamos tan revueltos que hasta existen olimpiadas de minusválidos, usamos conceptos contradictorios sin conocer las raíces.  Los judíos helenistas no circuncidaban a sus hijos por si el día de mañana pudiera ser un gran atleta y no pudiera participar.  ¿Saben cuántos deportistas israelíes participan hoy en día en las Olimpiadas?  Apenas unas decenas.  Hoy no se preocupan, hay Macabiadas que, aunque dicen que no tiene mucho valor deportivo, pero son judíos.  Qué horros los Macabeos justo lucharon en contra de las Macabiadas, y nosotros usamos su nombre.  ¡Qué revoltina!

Parashá Vayishlaj

Nos cuenta la Torá, que al enterarse Yaacob de la aproximación de hermano Esav: “Vayirá Yaacob Meod Vayezer Lo” “Y temió mucho Yaacob y le dolió”.  Qué grandeza la de Yaacob, que como explica Rashí, “Vayirá” “Y temió”, no vaya a morir; “Y sufrió”, no vaya a ser que mate”.  Aun cuando la Torá obliga: “El que viene a matarte, levántate y mátalo”, pues estamos obligados a salvar nuestras vidas.  Yaacob está apenado, no vaya a matar a su enemigo.  Cuentan, que cuando detuvieron al asesino del famoso Indira Gandhi le preguntaron por qué lo hizo, a lo que respondió: “Con su filosofía pacifista, nunca alcanzaremos la independencia de Inglaterra, y ¿por qué te reverenciaste antes de matarlo?, a lo que respondió “pues era un gran hombre”.  No odio, no envidia, no rabia, cien por ciento que no estamos de acuerdo con ese hecho, pero qué diferencia con las actitudes de los ejércitos occidentales que no son capaces de valorar y respetar al enemigo, aun cuando, lógicamente, creamos que está, equivocados, nos dejamos llevar solamente por instintos o por conceptos terribles de fundamentalistas sedientos de sangre y sufrimientos.  En la lectura de Shemá decimos a diario: “Ve Ahavta Et Hashem Bejol Lebabeja, Bel Nafsheja Ubejol Meodeja”.  “De todo corazón, Con toda tu alma (mismo si tienes que entregar tu vida por Hashem), Con todo “Meodeja” tus medios, a lo que preguntaron, “Si ya me exigieron servir a Hashem hasta entregar mi vida ¿no incluye eso todas mis pertenencias?”, a lo que respondieron: “Hay quienes valoran más los bienes que su propia vida”.  Acaso ¿todos los mercenarios y ladrones no arriesgan su vida por dinero?  Yaacob está dispuesto a regalar un gigantesco rebaño con tal de evitar el enfrentamiento con Esav, su hermano, y así aconsejaron nuestros Sabios, que frente a toda situación peligrosa debe evitarla por medio de contentar (por medio de regalos), Doron, Tefilá, rogando a Hashem lo salve del enfrentamiento para evitar no solo su salvación, sino también la de su enemigo, y si el camino lógico y los rezos no le aseguran la salvación, está obligado a prepararse al enfrentamiento (Miljamá), pues estamos obligados a salvar nuestras vidas en todo lo que está en nuestras manos.

“Bemiut Sjok” – Con poca risa

Ya nos advirtió el Rey Salomón que hay momentos y momentos, por lo que la Mishná no niega el bien de la risa, cuando ésta es la expresión física de la alegría, pero mucho cuidado cuando lo es de la burla o la blasfemia, que por desgracia es la mayoría de los casos.  En sí, ya hablamos que la persona tiene que controlar las expresiones externas y mucho más las internas, unas por lo que molestan al prójimo y las otras por lo que destruyen nuestro interior.  Ya vimos cómo el Rey David comienza los Salmos con el conocido dicho: “Bendecida sea la persona que no anduvo en los consejos de los perversos, y en los caminos de los equivocados no se paró, y donde se sientan los burlones no se sentó.  Perversos, equivocados…, entendemos que el Rey David nos advierta que no nos acerquemos a ellos ni a sus lugares, pero ¿no sentarse donde se sientan los burlones?  No dice no escuchar burlas, sino ni sentarse donde se acostumbran sentarse, mismo que no se encuentra, el Rey David coloca a los burlones peor que al errado y que el perverso, pues el perverso en verdad sabe que está haciendo lo incorrecto. El equivocado algún día se dará cuenta de su error y corregirá. El peor de todos es el que, considerado que no está haciendo nada malo, al fin de cuentas solo bromea, aunque sabe lo que molesta y daña, pero lo justifica con la risa.  El Tamid Jajam, por su condición de considerar toda situación y consciente del daño que pudiera causar, controla estos hechos.  No olvidemos y no confundamos, la alegría es una gran Mitzvá “Mitzvá Gedolá Lihyot Besimjá Tamid” “Una gran Mitzvá es estar siempre en alegría”, mismo en el día de Kipur, Tishá BeAv, en los que nos obligaron solamente a disminuir la alegría.  Alegría sí, burla, risas, bromas, ¡no!, pues el daño que pueden causar, generalmente, no tiene perdón o, porque el causante no es consciente o porque el dañado está tan dolorido, que difícilmente pueda perdonar.

“Bemiut Taanug” – Con poco disfrute

El Talmud nos cuenta que antes de fallecer R. Yehuda Hanasí, levantó sus manos a los Cielos y puso a Hashem de testigo que ni sus dedos disfrutaron de este mundo.  Muchos no disfrutan, pero casi todos, porque no tienen o no pueden, mientras que Rabí Yehuda, siendo el “Nasí” presidente de la gran mayoría del pueblo judío en Babel, podía y no quería, y la pregunta ¿acaso, no se nos dio la vida para disfrutarla?  En verdad no se nos prohibió disfrutar de lo permitido y hasta vimos que hay mitzvá de disfrutar como en las seudot de Shabat y en las seudot Mitzvá.  Aparte que no escuchamos el camino de la abstinencia como manera, sino solamente en momentos de desgracia, como dictamina la Halajá con respecto a los ayunos que realizamos por la destrucción del Templo de Jerusalem, que según el Talmud fueron fijados por las desgracias y solamente en momentos de desgracias, por lo que en verdad hoy tendríamos que estar exentos si no fuese que la situación física, y en especial la situación espiritual del pueblo de Israel.  Verdaderamente está en peligro, cuando más del 60% de la juventud, sobre todo en los países desarrollados, contraen matrimonios mixtos y un alto porcentaje no tiene concepto de los principios básicos del judaísmo, por lo que aún si B”H no nos encontramos en tiempos de guerra, la verdadera guerra por la sobrevivencia del pueblo de Israel continúa, y así dictamina el Talmud que, cuando se avecina una desgracia estamos obligados a dictaminar Tefilot y ayunos, para merecer que nuestras peticiones sean recibidas de los Cielos.  Sabido es que cuando una persona come, el sistema digestivo exige un exceso de corriente sanguínea para satisfacer todos los procesos de la digestión.  Muchos de ellos son tan complejos que difícilmente son verdaderamente comprendidos por la medicina moderna, pero esa necesidad no tiene más remedio que ser cubierta y, en parte, a cuenta del flujo sanguíneo que necesita el cerebro, por lo que la capacidad mental se ve mermada; síntoma de lo mismo se expresa en el cansancio que generalmente se siente después de una buena comida y considerando que el ejercicio mental es un arduo esfuerzo, aunque nos cueste trabajo creerlo, no nos queda más remedio que acostumbrar a nuestro cuerpo a comer poco y demás, para que podamos llegar al máximo de uso de nuestra capacidad mental, que según muchos estudios, no llega generalmente al 20% de su potencial.  ¡Qué lástima que nos regalaron un tesoro tan grande, y nosotros lo usamos para comer y dormir o jugar a los naipes!

“Bemiut Shijá” – Con poco hablar

El valor de las palabras es uno de los principios de nuestra Torá.  Ya en los primeros pasos de la Creación del Mundo está escrito: “Y dijo Hashem, y así fue”.  ¿Para qué era necesario que Hashem dijera? ¿Acaso no se hubiera creado el Mundo solamente con su pensamiento? ¿Acaso hay diferencia entre el pensamiento y el habla delante de Hashem?  De esto aprendemos que eso es lo que nos quiso enseñar la Torá, que hasta que no lo dijo, no se concretó Su pensamiento.  Asimismo vemos que después del pecado de Adán y Eva, Hashem pregunta ¿”Ayeke”? ¿Dónde están?, a lo que explica Rashí que Hashem preguntó solamente para dar oportunidad al primer hombre a arrepentirse del error cometido.  Lo mismo se repite cuando Hashem pregunta a Caín ¿dónde está tu hermano Abel? Y ambos en lugar de reconocer y arrepentirse critican “a la mujer que me diste” o “¿acaso soy el guardián de mi hermano?”, por lo que ambos fueron castigados, uno con la aparición de la muerte, y Caín con el destierro.  No ser impulsivos en responder, el pensar, calcular, medir las palabras, hubieran evitado muchas desgracias al mundo.  En verdad hoy poco se habla, pues los nuevos medios de comunicación se convirtieron en envío de mensajes escritos que no dejan de ser menos importantes que las palabras habladas.  De hecho, vemos el valor de las letras en la propia Torá, donde en la falta o existencia de una diminuta “Yud” depende la importancia, trascendencia y Kedushá de un Séfer Torá.  Infinidad de enseñanzas y mensajes aprendieron nuestros Sabios de esa pequeña “Yud” a diferencia de los trillones de escritos que navegan a diario a lo largo del espacio cibernético, cuando en su gran mayoría fueron escritos sin responsabilidad de consecuencias ni cuidado en sus detalles, y generalmente causando situaciones no deseadas por la facilidad en su escritura.  Debemos medir nuestras palabras, así como nuestros escritos y saber que todo “queda grabado” como dijeron nuestros Sabios del Talmud, hasta la más sencilla conversación de una persona con su esposa, vendrán las paredes de su casa a atestiguar por los mismos.  Las paredes de su casa, hace 2000 años consideraron nuestros Sabios conceptos de la física moderna, en la que toda materia tiene “memoria” y se influye por el contorno donde se encuentra.  Las paredes de la casa del Rab. Elyashiv, aunque están hechas del mismo cemento y ladrillos que la de cualquier maleante, las primeras están impregnadas de Torá y la “memorizan” y las otras están llenas de palabras vacías, en el mejor de los casos, impregnadas de vulgaridades y blasfemias.  Benditas las paredes de la casa del Rab. Elyashiv , llenas de Torá y desgraciadas las paredes de las casas de maleantes, llenas de negatividad.

 

Estudio de Torá “Be Yeshuv”

La expresión “Yeshuv” tiene muchos significados desde la tranquilidad necesaria para concentrarse en el estudio, ya que un entendimiento superfluo en todos los campos, y en especial en la Torá lleva, regularmente, a la equivocación.  El “detalle” es lo exacto.  Hay quienes disfrutan de la lectura de revistas científicas o de medicina, que generalmente fueron escritas para el público en general y no para los expertos en la materia y se consideran “conocedores” y hasta llegan a opinar sobre temas que apenas leyeron.  Esa condición de enciclopedista, que apenas sabe unas líneas de cada palabra, pone a la persona en una situación equívoca, pues más vale que lo que sepa, en verdad sepa aunque sea poco a que abarque mucho, pero sin entender.  Ya dijeron nuestros Sabios: “Lo Aleja Hamelajá Ligmor, Abal Ein Atá Ben Jorim Lehipater Mimena” “No tienes obligación de finalizar tu encomienda, pero no eres libre de abandonarla”.  Hemos recordado anteriormente que tras los 120 años, la primera pregunta que le harán a todo judío es si se dedicó al estudio de la Torá, no cuántas páginas ni cuántos libros, sino si se dedicó, empeño, esfuerzo, deseo, cada cual a su nivel y posibilidades.  El Talmud nos cuenta cómo Rab Eidi acostumbraba a viajar tres meses para estudiar en el Bet Hamidrash durante un día, y de regreso otros tres meses.  Su maestro apreciaba tanto esfuerzo, 6 meses por los caminos en aquella época con sus peligros, sin vuelos Vip en primera clase, y a lo máximo montado en un burro.  Vieron los demás alumnos cómo lo apreciaba, cuando lógicamente contaba con poco nivel de estudios y pocos conocimientos, y empezaron a nombrarlo “Bar Berab LeHad Yomá” “El Hijo del Rab por un día”. Cuando el maestro sintió la burla, los criticó indicando que el valor se encuentra en el esfuerzo y en la dedicación y no en los conocimientos que son necesarios e importantes, pero no demuestran el valor.  Muchos recibieron regalos divinos como “memoria prodigiosa” o “inteligencia superdotada”, cualidades que destacan de inmediato, pero que culpan al que no las usa con máximo interés, hasta el nivel que el Midrash comenta que el feto en el vientre de su madre estudia toda la Torá de boca de un ángel, y en el momento del parto le golpea para causarle el olvido de la misma, para que cuando se esfuerce después para volver a aprenderla y tenga valor por el esfuerzo, y a la pregunta para qué se le enseña si después le causa el olvido, pues si no fuese que la aprendió de boca del ángel, en muchos casos nunca alcanzaría a entenderla , pues hay conceptos que no son solamente intelectuales.

Con mínimo de ocupaciones

Ya vimos que el trabajo no es la meta para la cual fue creada la persona, sino que antes del pecado fue colocada en el Gan Eden, Le Obda Ve Le Shomrá, para trabajarla y cuidarla, cuando el Gan Eden estaba totalmente florido y el hombre tenía que cuidarse de no estropearlo a minutos de la entrada del Shabat, y con ello a la vida eterna, donde el hombre hubiera sido creado para disfrutar de la presencia Divina.  Tras el pecado fue expulsado del Gan Eden, y la vida eterna dio lugar a la muerte, como nos advierte la Torá que no vaya a comer del fruto de la vida y viva para siempre, pues tras el conocimiento del mal y vida eterna, llegaríamos o podríamos llegar a un ser inteligente “homo sapiens” en el verdadero sentido de la palabra pero con el pensamiento de solo hacer el mal, así vimos cómo en las primeras 10 generaciones el hombre vivió casi 1000 años sin enfermedades, pues hasta Yaacob Abinu la persona no conoce la enfermedad, y la persona muere de inmediato sin poder arrepentirse, pues no siente el momento de la verdad, y es Yaacob el primero, según nos relata la Torá, que conoció el concepto de enfermedad.  1000 años de vida sin dolores ni mal estar, qué niveles espirituales y de conocimientos podría alcanzar, pero la persona prefiere agarrar de todo lo que encuentra pues no siente el fin de su vida y la necesidad de dar cuentas.  Todos conocemos la sensación sincera de que un padre trabaja por y para su hijo, y su hijo para su hijo, y así sucesivamente, y nadie se detiene a preguntarse ¿y hasta cuándo?  En verdad existe un instinto obsesivo de obtener, como ya dijimos, que el que tiene 100 aspira a los 200, y el que tiene 200 aspira a los 400, por lo que el que más tiene más le falta, pues aspira al doble de lo que tiene y la carrera nunca termina.  Hasta 10 minutos antes de irse de este mundo, es que entiende que perdió gran parte de su vida sin meta, sino en un ciclo vicioso de trabajar para comer y comer para poder dormir y dormir para poder trabajar, y vuelve a empezar mientras que la Torá nos enseña y nos obliga a que la escala de valores a alcanzar en la vida comienza con uno mismo y continúa con su familia íntima, su entorno, su ciudad, su pueblo, etc., pero lo primero que se tiene que preguntar después de los 120 años de vida, “me fui y pasé por el mundo sin hacer nada más que comer y dormir y dejar un montón de preocupaciones a mis hijos”.  Cada minuto tiene su misión y debemos saber aprovecharlo.  Cuentan que el Rab. Shaj z”l en su “stender” tenía marcado con una raya cada minuto que desaprovechó de su vida.  ¿Se pueden imaginar qué ocurriría con el “stender” nuestro si hiciéramos lo mismo?  Muy sencillo, no quedaría madera donde rayar.  La vida se nos dio para usarla, no la desaprovechemos.

– במיעוט סחורה Con pocas ocupaciones

Aunque el Pérek en verdad dice con poca mercancía, pues esa era la ocupación general del judío a lo largo de su larga historia, ya que generalmente esa fue la única ocupación permitida a los judíos, ya que no podían ser propietarios de terrenos ni podían practicar ninguna artesanía, por lo que les quedó el ser mercader y usurero (prestamista) como única fuente de sustento y con todo lo difícil que les fue el mantenimiento, nos dice el Pérek “que no se alegre con el éxito en su oficio” pues el que tiene 100 desea 200 y el que tiene  200 desea  400, y nadie ve cumplidas ni la mayoría de sus necesidades, pues el deseo y el sueño se convierten en necesidades y todo se convierte en natural en el momento que se consigue, por lo que la necesidad no tiene fin y solamente se la desea y se la busca, mientras no la tiene.  El dilema eterno entre el esfuerzo que tiene que hacer la persona para alcanzar sus necesidades y la creencia de que todo depende de los Cielos y de la Tefilá, y que Hashem nos mande lo necesario, es tan antiguo como la entrega de la Torá en el Monte de Sinai, pues ya no comenta la Torá, que desde el primer día de la persona sobre la Tierra, fue ordenado cuidar y controlar el Jardín del Edén y tras su pecado fue castigado con la famosa frase: “Con el sudor de tu frente comerás pan”, donde encontramos que, aunque el esfuerzo y el sudor fueron dados como castigo y maldición, pero es el medio para conseguirlo, y por otro lado encontramos en la Mishná del Tratado de Rosh Hashaná, que nos dice “Cuatro comienzos de Año” y tras enumerar Sucot, donde son juzgadas las lluvias, Tu BeShevat los frutos, Rosh Jódesh Elul donde comienza el año con respecto al diezmo de los animales.  Nos dice la Mishná Rosh hashaná donde los humanos pasamos delante de Él y dictamina “la suerte” de los particulares y de los pueblos, por lo que a cada persona, en Rosh Hashaná, se le fija su “condición” hasta el Rosh Hashaná viniente y poco le servirá esforzarse para conseguir más de lo dictaminado, pero no tiene que olvidar qué tiene que hacer para recibirlo, el cuánto, cómo, dónde y de qué forma, solamente Hashem sabe lo que dictaminó, pero nunca olvidar que todo es una prueba y la riqueza también, solamente que la última más difícil que la primera, pues ya nos advirtió antes de morir: “No vayas a engordar y enriquecerte, y decir mi inteligencia y mi fuerza me hicieron este poderío”.

La cadena de nuestros Sabios

Ya vimos ayer cómo la promesa de la Torá: “Lo Yamush Séfer hatorá hazé Mi Pija”.  “No abandones este libro de la Torá de tu boca”.  Generación tras generación se sucedieron los maestros de la Torá, a diferencia de las ciencias que están basadas en el conocimiento y cada generación generalmente creció sobre la anterior, como la montaña se va formando de una capa sobre otra.  Existe que la montaña creció desde el interior de la tierra, en la que las capas más internas son las que más se elevan y sobre ellas se apoyan las más jóvenes.  Así es la diferencia entre la Torá y la ciencia.  La Torá, cuanto más nos apartamos del centro, de la entrega de la Torá en el Monte Sinai, más nos apartamos en el tiempo.  Nos apartamos del entendimiento de la Torá, a lo que alegaron nuestros Sabios “todo el que considera a los anteriores como ángeles, él puede considerarse persona, pero todo el que considera a las generaciones anteriores como persona, él no es ni el burro de Pinjás Ben Yair, que como cuenta el Talmud, tras ser vendido el burro de R. Pinjás Ben Yair, no quería comer, pues no había sido diezmado, aunque según la Halajá, todo alimento dedicado a los animales no es necesario diezmar, pero esa era la condición del burro influenciado de la convivencia bajo un Tzadik.  Así vimos en la respuesta de Rashí a la pregunta de por qué fueron castigados los animales a morir en el diluvio, a lo que respondió, pues erraron su naturaleza y se mezclaron las razas, pues el hombre a corromperse, no solamente influyó sobre el humano, sino que corrompió también a los animales.  Por desgracia no nos suena extraño, y vemos cómo difícilmente podemos encontrar razas puras, ni en los animales, ni en los vegetales, ni en los seres humanos.  Hoy en día, todo es injertado, transformado genéticamente, frutos sin semillas, pepinos de colores, vacas lecheras, y todo sin mucho entender qué hacemos, sino solamente intentando que de mil sale uno, que no pareciera un éxito, pero no sabemos si los resultados son peores que la procedencia.  ¿Tal vez nuestro cuerpo no está proyectado a esos cambios genéticos.

Talmud Torá
Be Mikrá, Be Mishná

Con conocimientos de la Ley Escrita, de la Ley Oral, cuando la ley escrita con todos sus componentes Torá, Neviim, Ketubim, (los Cinco Libros, Profetas y Escritos) acompañados de la ley Oral, la Mishná, compendio dictado por Rabí Yehuda Hanasí, casi 1500 años después de la entrega de la Torá en el Monte Sinai, donde paralelamente Moshé enseña al Pueblo, después de habérsela enseñado a su hermano Aharón, a los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, cuando cada uno de ellos ha tenido la oportunidad de escucharla cuatro veces antes de comenzar a enseñarla, donde la Torá escrita recoge mediante las normas y reglas que nos enseña Rebí Ismael: Kal Vahomer (deducción lógica), Guezerá Shavá (Dictamen comparativo)… etc., 13 normas que tendrán que cumplir estrictamente los estudios de la Mishná y ser comprobados su exactitud, a lo largo de todo el texto de la Torá, aunque la ley Oral debiera haber quedado como su propio nombre obliga a ser transmitida de maestro a alumno verbalmente, Rabí Yehuda basándose en un párrafo de los Salmos “Et Laasot LaHashem Heferu Torateja”.  En momentos de hacer por Hashem “transgredieron Tu Torá”, haciendo hincapié en la necesidad de los hechos que debieran considerarse incorrectos, la Mishná fue acompañada de un sinfín de estudios y enseñanzas que obligó apenas 200 años después a Rabina y Rab. Asi, a recopilarlos en el denominado Talmud Babli con 24 Tratados derivados de las seis órdenes de la Mishná.  Paralelamente Jajmei Israel escribieron el Talmud Yerushalmi, aunque por desgracia no nos llegó a nuestras manos completo, tras la época de los Emoraim y de la Tanaim, los Saboraim explicaron y discutieron los estudios del Talmud y las continuaron los Gaonim, que se dispersaron por Europa y Asia, los continuaron los Sishonim hasta la expulsión de España y la escritura del Shulján Aruj completando la maravillosa cadena de nuestros Sabios, los Aharonim, entre ellos el Gaón de Vilna, y los contemporáneos encabezándolos el Mishná Berurá y el Ben Ish Jay “Dod Dor Vedoshavav Dor Dor VeJajamav” “Cada generación con sus maestros , cada generación con sus Sabios”.

Beshimush Jajamim

Mucho aprendí de mis maestros, pero Hameshanshó (quien es sirviente) el que sirve, mayor que el que estudia.  Ya advertimos que la Torá más que un libro de leyes, es una sabiduría viva.  El sinfín de situaciones que puede la persona enfrentar a lo largo de su vida, no solamente que no existe enciclopedia que pueda recopilarla, sino que depende de la persona en sí, de su entorno, del lugar y del tiempo, por lo que solamente una convivencia con su maestro le permitirá entender como su maestro se comportaría en dicha situación.  Vimos en el Talmud cómo hasta siervos fijaron Halajot, como en el caso de Tebi, siervo de Rabán Gamliel, o el mismo Eliézer, siervo de Abraham, que desde los Cielos le facilitaron la ardua misión de elegir esposa para Yitzjak, que se convertiría en la madre del pueblo de Israel cuando Eliézer, sin que la Torá nos relate que Abraham hubiera puesto condiciones para la elección de su futura nuera, excepto que no fuera de Kenaán donde habitan y no devuelva a su hijo a la tierra de los Casdeos.  Pero Eliézer sabe que a Abraham la bondad lo define, él sabe cómo su patrón sufre cuando aún después de su Brit Milá y en un día extremadamente caluroso, los caminos están desolados, y Abraham se empeña en esperar en la puerta de su tienda a posibles transeúntes que pudieran pasar por su cercanía.  Cuando ello ocurre y aunque aparentan ser viles mercaderes, se desvive por satisfacerlos en el más alto nivel, ordena a su hijo degollar tres terneros para poder servir una lengua a cada uno.  Podemos imaginar el esfuerzo.  Ese es Abraham y ese es su mensaje.  Eliézer sabe que no tiene transeúntes en el camino, ni terneros para degollar, pero sí aprendió de su maestro, el valor de la bondad y la realidad de llevar a cabo su misión en su más alto nivel.  La joven que le diga que le da de beber y le responda y diga “te daré de beber y también a tus animales les daré de beber”, esa es la joven que Hashem eligió para Yitzjak.  Eliézer no dijo “qué suerte, qué mazal”, sino que tenía claro que de Hashem todo lo ocurrido, y eso no se aprende de los libros, sino que se aprende viviéndolo todos los días en la casa de Abraham.  Ese es el valor de convivir en una casa como la de Abraham.

Torá

En la escalera de las buenas condiciones, nos dice Rabí Pinjas Ben Yair que el conocimiento de la Torá lleva a la persona a la “Zejirut”, al cuidado en los hechos.  Somos responsables no solo de los hechos, sino también de las consecuencias de los mismos, solamente el conocedor puede ser consciente y por lo tanto responsable.  R. Moshé Jaim Luzzato “el Ramhal” en su libro “Mesilat Yesharim” “El Sendero de los Rectos” advierte que no hay peor situación de la que se encuentra el ciego en las tinieblas, pues no solamente que el ciego, por su situación no ve, sino que al estar en las tinieblas, en la oscuridad, no tiene quien lo guíe y se encuentra como el enfermo que no solamente perdió sus cualidades físicas, sino que ocurre que las equivoca y tiene frío donde hace calor y equivoca hasta los sabores, provocando amargo donde es dulce, por lo que difícilmente será su mejoría, pues no sabe dónde se encuentra el defecto y no tiene quien lo encamine, por lo que es primordial que la persona se rodee en un entorno correcto, aun cuando se pueda equivocar ya que no hay “justo que no se equivoque”, pueda encontrar quien le guíe, como dice el Perek: “Hazte de un Rab y apártate de la duda”. En especial, en nuestra época donde los conceptos hacen y se imponen por la fuerza del medio ambiente sin que la persona pueda negarlas, nunca mejor dicho el slogan: “No importa el tamaño de la mentira, sino cuántas veces se repita”.  Cuántos de los verdaderos y buenos consejos de nuestros Sabios están hoy, por ley, prohibidos de pronunciar pues van en contra de los desastrosos derechos, cuyos efectos los vemos con nuestros propios ojos, como ser en el campo de la educación donde confundieron educar con enseñar, conceptos claros y verdaderos que hoy día pocos son los que saben diferenciar entre números y conocimientos, frente a educación, corrección y comportamiento.  El grito secreto “freedom”, no a los límites, no a la guía, no a las metas, sino dejen que la barca navegue en las tormentas sin timón ni capitán.  “Zejirut”, consecuencias, ver los resultados a distancia.  “Jajam Enav Beroshó” “El Sabio tiene los ojos sobre la cabeza”, pero no todos los tienen sobre la cabeza, hay quienes los usan para ver a distancia y ver las consecuencias y hay quienes ni ven lo que está bajo sus pies.

Estudio de Torá
“Anavá” – “Humildad”

El gran profeta y guía del Pueblo de Israel de todos los tiempos “Moshé Rabenu”, fue identificado en la Torá “VeHaish Moshe Anav Meod” “Y el hombre Moisés muy humilde”, un título indudablemente difícil de definir, pero R. Pinjas Ben Yair, en la Mishná, nos señaló los diferentes escalones que la persona debe subir para llegar a la meta y así nos dijo: “Torá → Zehirut → Zerizut → Nekiut → Perishu → Tahará → Jasidut → Anavá → Yirat Jet → Kedushá → Rúaj Hakodesh → Tehiyat Hametim.  La Torá lleva el Cuidado → Acción → Limpieza de comportamiento → Apartarse de lo innecesario → Pureza → Elevación por encima de lo obligado → Humildad → Temor del error → Kedushá → Espíritu Divino  → Renacimiento de los muertos.  Vemos que la “humildad verdadera” es uno de los escalones más elevados y recalcamos “humildad verdadera” pues existe la “pseudo humildad” que se demuestra cuando se ven afectados los intereses del humilde, que mientras le benefician y lo aprecian, evidencia la sencillez y falta de valor que tanto es apreciada, y más en nuestros días donde le orgullo, la ostentación, el poder, son los defectos más comunes que llegan a aceptarse como naturales. La humildad verdadera se demuestra en el que sabe aplicar sus conocimientos y hacerlos realidad, reconociendo sus faltas e intentando corregirlas.  Qué fácil es predicar y qué tan difícil es practicar lo predicado, ver los defectos del prójimo es hasta natural, pero difícil reconocer los propios.  Dijeron nuestros Sabios: “Adam Karov Ezel Atzmó” “La persona es interesada consigo mismo”, lo que le impide ver y reconocer sus defectos, solamente la persecución de la verdad y el conocimiento, presionan a la persona a hacerlo.  Solamente el que odia los aplausos y las condecoraciones, puede ver su propia verdad.  Ya Moshé Rabenu, el humilde por excelencia, que sobre él dijo la Torá. “VehaIsh Moshé Anav Meod” “Y el reconocido Moshé, muy humilde”, por un lado reconocido, importante pero por otra parte, muy humilde.  Solamente él pudo decir “Ve Anajnu ¿Ma?” “Y nosotros, qué”.  Cuarenta años llevó al pueblo de Israel por el desierto. Quejas, protestas, críticas.  Cuarenta años y “Anajnu ¿Ma?”.  Se enfrentó al Faraón antes y después de cada plaga, en una realidad que el simple hecho de ver al Faraón era un peligro de vida, exigió la salida del Pueblo, sin límites ni condiciones, causó la muerte de todos los primogénitos de Egipto, entre ellos el primogénito del Faraón y “Anajnu ¿Ma?”.  Esa es la “humildad verdadera”.

 

Parashá Jayé Sara

 En una lectura superficial de nuestra parashá, ésta sería un hermoso relato histórico, pero si profundizamos en la misma nos encontraremos con un sinfín de Halajot y detalles importantes en casi cada palabra de la misma.  Desde su comienzo con la narración de la muerte de Sará, que según el Midrash ocurrió tras enterarse por medio de los acompañantes de Abraham sobre el intento de sacrificar a su hijo Yitzjak.  Aprendemos de ello a no ser nunca mensajeros de malas noticias, llegando el Rey David a condenar al mensajero-corredor que le notificó la caída en el campo de batalla del Rey Shaúl y la muerte de Yonathan.  Asimismo, Rashí nos comenta sobre el cambio en el orden de los años de la vida de Sará 7 y 20 y 100 años en lo que la Torá nos quiso enseñar que llegó a los 20 como a los 7, en su belleza infantil, y a los 100 como a los 20, en su inocencia, y si nos preguntamos ¿a los 20 inocencia?, debemos saber que aunque en la posteridad los jóvenes eran mucho más maduros que en la actualidad y de ahí que la Torá reconociera como mayor de edad y responsable de sus hechos a partir de los 12 años en las niñas y de los 13 en los niños.  Sin embargo, no reconoce el castigo hasta los 20, señal que la malicia no alcanzaba hasta esa edad, mientras que, en nuestros días, y claramente como efecto de los medios que nos rodean, vemos los efectos en la juventud en edades increíbles, realizando comportamientos que uno se pregunta, pero ¿de dónde lo aprendió?  Cuando los jóvenes tienen como ídolos a cantantes, jugadores… con comportamientos que, en todos los aspectos, dejan mucho que desear, drogas, agresiones…  ¿Qué podemos esperar de sus discípulos?  Vemos cómo hasta el mayordomo de Abraham, Damasek Eliézer, es enviado a elegir una novia para Yitzjak.  No busca una “modelito”, ni creída, orgullosa, sino una niña recatada, sencilla, trabajadora y sobre todo bondadosa, que cuando le piden un poco de agua para beber ni lo piensa ni duda, sino que responde: “Te daré de beber y también a tus animales daré de beber”.  Mucho cuidado, Eliézer iba con 10 camellos, cada uno puede beber hasta 96 litros de una sola vez y más después de un largo viaje, desde Kenaán hasta la Mesopotamia ¡y una niña se ofreció sacar del pozo más de 1000 litros de agua!  ¡Qué belleza, qué bondad! Hoy en día apenas somos capaces de ofrecer un vaso de agua.

Estudio de Torá

“Bearijat Shefatayim” – “Control de los labios”
Cuánto necesita saber la persona sobre lo que dice y lo que habla.  Ya dijo Rabí Shimon Ben Gamliel: “Toda mi vida me crie entre los Sabios y no vi mejor para el cuerpo que el silencio”.  No dijo mejor para el alma, sino para el cuerpo.  La persona se demuestra en su hablar, hay quienes adelantan la boca al pensamiento, y dicen lo que después se arrepentirán por los efectos de lo dicho, así como la Torá no solamente las frases ni las palabras, sino las letras son de vital importancia y cada una de ellas, que nos parecieran que están de más o faltos, son la base de importantísimos estudios.  La persona tendría que saber que él es un Séfer Torá andante, como dijo el Taná: “Qué equivocados estamos, que nos levantamos (por respeto) delante de un Séfer Torá y no nos levantamos delante de un Talmid Jajam.  El Midrash dice que la persona viene a este mundo con el número de palabras que puede hablar, si fuéramos conscientes de la veracidad del dicho, contaríamos las palabras como el que cuenta piedras preciosas.  Cuántas veces escuchamos expresiones cuyo contenido demuestran quién lo dice, como aquel padre que critica a su hijo: “Ya te he dicho millones de veces que no exageres”.  Debemos considerar no solamente la cantidad sino la claridad de lo que hablamos, todos conocemos al conferencista que luego de horas nadie sabe de qué habló.
“Bebinat Haleb” – “Entendimiento sentimental” 
Las creencias naturales o como se acostumbra a nombrarlos en hebreo “Madá Meduyak” “Ciencias exactas”, hoy más que nunca sabemos que no son tan exactas, todos recordamos el axioma que nos enseñaron en nuestra juventud “la distancia más corta entre dos puntos entre dos puntos, es la recta” al cabo de los años nos la cambiaron por la definición: “la recta es la curva con centro en el infinito”, en un principio tal vez nos cueste trabajo entender la diferencia, pero si profundizamos podremos darnos cuenta que la curva, se demuestra curva dependiendo de la distancia de la que nos encontramos.  En ciertas épocas de la historia el mundo creyó que la Tierra era plana y que el final del mundo comenzaba donde la Tierra terminaba.  La problemática no se solucionó solamente cambiando la dimensión, pues hoy nos preguntamos qué hay después del Universo, allá donde se acaban los trillones de años luz de distancia,  la obligación de entender los conceptos y no como axiomas, son de los principios de la Torá, donde la duda llega junto al conocimiento, pues el que sabe, sabe que no sabe.

Estudio de Torá

Halajá 126
48 buenas condiciones, tiene que adquirir la persona para el buen estudio de la Torá.  “Be Talmud”. 1. En el estudio, la persona tiene que buscar dedicar el máximo de tiempo disponible para el estudio de la Torá.  El precepto de estudiar Torá no tiene límites, solamente encontramos en la Torá “Veyaguita ba Yomam Valaila” “Y te esforzarás en ella, día y noche”, pero no puso, como en la mayoría de las mitzvot, cuánto, por lo que para el cumplimiento neto de la mitzvá con la lectura de la Shemá de día y de noche, cumplió.  Está claro que ese concepto de cumplir está lejos de la meta y lejos de poder entender los conceptos de Torá.  Cuentan de un arduo trabajador que participaba fijo en un Shiur de Torá, pero por el cansancio de su trabajo, se dormía de inmediato al comenzar, molestando con sus ronquidos las palabras del Rabino, a lo que le aconsejó al mismo, que por el bien de todos estaba exento de participar, a lo que respondió el trabajador: ¿“Acaso no estamos obligados a hacer lo máximo? y el llegar a participar, aunque sea durmiendo, ¿no es lo máximo que puedo hacer”?  En verdad vemos en el Midrash que la madre del Profeta Samuel, a pocos años de nacer, lo llevó al Bet Hamidrash para que, aunque durmiendo, escuchara Torá y de ahí creció una de las lumbreras de nuestro Pueblo, a quien nuestros Sabios lo compararon con Moshé Rabenu.  El Talmud nos advirtió que quien abandona el estudio de Torá un día, la Torá lo abandona dos, por lo que rabí Israel Kanievsky (Staipler) le preguntó un día a un “abrej” si estudiaba Torá, a lo que molesto por la pregunta le respondió que seguro que sí, como todo abrej estudia 8 horas al día, a lo que el Rab le demostró que fácilmente podía estudiar otras 4 horas más diarias, por lo que por el dicho que recordamos anteriormente, le dijo el Rab, si estudias 8 horas y la Torá te abandona (4×2) 8 horas, entonces al final de día no estudiaste nada.  Cuánto tiene que cuidar la persona de no perder ningún momento posible de estudio, pues al igual que el que se esfuerza y se empeña, de los Cielos le abren la mente para entender por encima de su capacidad.  El que desprecia la Torá, desperdiciando su tiempo en cosas innecesarias con las que hoy en día nos vuelven locos, como las redes sociales, noticias, pasatiempos, “matatiempos”, etc. etc., en el que la persona se esclaviza desde que se despierta.  Veamos en qué perdemos lo más valioso que tenemos y preguntémonos cuánto nos arrepentimos, cuando estemos cerca del fin de la carrera y los minutos se nos estén acabando, cuánto desearíamos unos minutos más de vida, pero por desgracia para entonces ya será demasiado tarde.  Aprovechemos hoy, que lo tenemos en nuestras manos.

Parashá Vayerá

El Midrash nos cuenta que tras el Brit Milá que se circuncidó así mismo Abraham Abinu a los 99 años de edad, Hashem para que pudiera descansar sin molestias hizo que el día fuese caluroso de manera intensa con la esperanza que Abraham se convenciera que en un día tan caluroso no habría transeúntes a quienes invitar y hospedar, pero Abraham no era de los que esperan la necesidad para ayudar, él buscaba y perseguía para hacer Mitzvot.  Como ya explicamos esa fue la diferencia entre Nóaj, fiel seguidor de Hashem pero solamente seguidor en lo que le ordenaba, y Abraham que buscaba obligarse aun cuando no estaba obligado, pues el circunciso durante los tres primeros días se considera enfermo y mucho más a los 99 años de edad de Abraham y el enfermo, en lo que puede empeorar su situación médica, está fuera de la obligación, pero esa es la condición de nuestro patriarca Abraham a lo que tenemos que preguntarnos, ¿acaso Abraham no sabía que al igual que está prohibido omitir cualquier precepto de la Torá, está prohibido aumentar, “Lo Tosif Ve Lo Tigrá…”?  Seguro que Abraham lo sabía y, aunque dijeron nuestros Sabios: “Gadol Ha Metzuvé Ve Osé Me Ha Lo Metzuvé Ve Osé” “Más valor tiene el que está obligado a hacer y lo hace, que el que no está obligado a hacer y lo hace”  Aun así, Abraham buscaba por hacer Mitzvot mismo donde no estaba obligado, pues no lo hacía por el valor ni por el esfuerzo, sino que sabía que la hospitalidad, como todo hecho de bondad, es el deseo Divino: “OPlam Jésed Yibané” “El mundo, la bondad lo construye”.  Qué difícil se nos hace hoy día abrir las puertas al extraño, cuando la Mishná en el Pirkei Avot nos dice: “Yihyú Aniyim Benei Beteja” “Sean los necesitados miembros de tu casa”.  No dice los amigos, los queridos, sino los necesitados y no huéspedes, sino miembros y, aunque Abraham era muy estricto y se exigía lo que no estaba obligado, a los huéspedes les sirve ternera con manteca, el exigente se exige a sí mismo y no publica su comportamiento.  Así dictamina el Shulján Aruj en las Halajot de Ayuno, que quien se comprometió en estar en ayunas en día no obligatorio, evite de publicar su exigencia para no caer en la soberbia, condición no deseada por los Cielos, o mejor dicho odiada por los Cielos.

Estudio de Torá

Halajá 123
Dice el Shulján Aruj: “Cuando finalice Shajarit, la persona debe ir al Bet Hamidrash a estudiar con horario fijo y no de manera temporaria, cuando dispone de tiempo, pues en eso demuestra su interés y aprecio, y si no sabe estudiar, que vaya al Bet Hamidrash y lea a su nivel, aunque no entienda, pues las palabras de Torá hacen efecto aún sin entenderlas.  Cuatro niveles: Quien va al Bet Hamidrash y estudia, quien estudia pero no en el Bet Hamidrash, quien va al Bet Hamidrash y no estudia (pues no sabe) y quien no va y no estudia, a lo que nos debemos preguntar, qué valor tiene el ir si no estudia, pues no tiene de quién estudiar y no sabe estudiar por sí solo, a lo que hay que aclarar que el estudio de Torá influye como un campo magnético o un imán o como la luz, como fue comparada: “Ki Ner Mitzvá Ve Tora Or”, “Pues la Mitzvá es la Vela y la Torá, Luz”, por lo que la persona debe en lo posible estudiar en un Bet Hamidrash, si le es posible, mismo que le sea más fácil y cómodo hacerlo en su casa o en su oficina por una doble razón, en su casa está perdiendo la influencia del estudio de los demás que, como dijimos, le influye aunque él sea pasivo y deja de influenciar en los demás de la luz de su estudio.  Cuentan que R. Yosef Karo en un momento se le dificultó un tema de su estudio, bajó al Bet Hamidrash antes de hablar con nadie se le aclaró la duda, a lo que se expresó: “La influencia del estudio público me aclaró la duda, no solamente en el estudio de la Torá es importante dónde, con quién, sino mucho más en la Tefilá, donde ni hablar de que partes de la misma solamente se puede decir con Minián, como el Kadish, la Kedushá y todo lo que está en arameo, sino que mismo quien vive en lugar donde no hay Minián o por el horario no pudo participar en el Minián, debe procurar rezar en la sinagoga, mismo sin Minián, y en el caso de imposibilidad de llegar a la sinagoga por diferentes razones, enfermedad, viaje, distancia y no puede llegar a tiempo, rezar a la misma hora que el público en aquel lugar reza.

Parashá Lej Lejá II

Tras la emigración a Egipto, el Faraón expulsa con honores a Abraham y a Lot y nos anuncia la Torá “y también Lot, que acompaña a Abraham, tenía rebaños y ganado y tiendas”, de donde aprendieron nuestros sabios que quien se apega a un Tzadik se bendice, pero mismo que Lot sabe que su riqueza se la debe a Abraham, poco le dura el reconocimiento y de inmediato sus pastores se enfrentan con los pastores de Abraham, hasta que éste le pide separarse para evitar la riña entre hermanos, a lo que de inmediato Lot acepta la propuesta eligiendo el valle de Sodoma, tierra rica como el Jardín del Edén y Egipto.  Lot no se preocupa de la vecindad y aunque los habitantes de Sodoma son malos pero ricos, cuánto hay que cuidarse del vecindario.  “Desgraciado el maldito, desgraciado su vecino”, dijeron nuestros Sabios en la Mishná, por el contrario, cuando Abraham salió de Egipto, está escrito: “Y anduvo por sus caminos… hasta el lugar donde tuvo en su principio, sus tiendas de acampar…”, de donde aprendieron nuestros Sabios: “No cambie una persona su hospedaje”.  Abraham no cambió dónde se hospedaba, sino con el tiempo pudo conocer nuevos lugares y más cómodos: “más vale malo conocido que bueno por conocer”, aunque el instinto por lo nuevo, el cambio, es algo que acompaña a la persona en toda su curiosidad.  La Torá nos enseña a valorar lo conocido, agradecer el pasado, contentarse con lo suyo, limitarse a lo que tiene. Con esas propiedades llega Abraham al pacto que definió a su descendencia, y aunque tenía 99 años, se circuncida con alegría, a lo que dice el Talmud: “Toda Mitzvá que recibieron hasta hoy con alegría, la hacen con alegría, y ¿de qué Mitzvá habla?, del Brit Milá que hasta hoy en día, en su inmensa mayoría el pueblo de Israel la hace con alegría, tal vez la Mitzvá más difícil y dolorosa por cumplir, recién nacido, una operación con todos los peligros que contrae, a veces hasta prohibido por los Estados donde vivían y hasta escondidos en sótanos en contra de las leyes, con la confianza en Hashem y la Torá que el que hace una Mitzvá de corazón, no verá daño, y con la alegría de ser un eslabón más en la cadena irrompible que une al Pueblo de Israel con el Todopoderoso, se presentan el padre, el padrino y el Mohel en su día festivo para cumplir su obligación por generaciones.

Parashá Bereshit III

“Y Adam conoció a Eva… y engendró a Cain” y dijo “Y adquirí…”.  Hasta que no tuvo a Cain, el hombre no tenía “derechos” sobre la Creación.  Desde el momento en que tuvo descendencia se hicieron “socios”, como dijeron nuestros Sabios: “tres socios en la persona, el padre, la madre y el Todopoderoso”.  Ya en el comienzo de la Humanidad nos encontramos con el enfrentamiento entre Cain-Hebel; adquisición, pertenencia, derechos frente a Hebel.  Hebel representa la vanidad, la humildad sin derechos.  Cain es el primero que trae al mundo el concepto de “dar”, entregar, sacrificar, tras el “también” Hebel, pero con una pequeña diferencia, el primero “da” de lo que encuentra, ropa usada vieja, frutos marchitos, solamente para “cumplir”, mientras que Hebel “da” de lo mejor de su rebaño, de corazón para dar. Hashem premia a Hebel y desprecia la entrega de Cain, quien no entiende el por qué, a lo que Hashem le critica: “Im Tatib Sheet” “Si mejoras, te elevas, depende de ti, de tu intención”.  Diez generaciones pasaron desde el primer hombre hasta que Hashem decide exterminar la humanidad.  “Pues vio Hashem la gran maldad del hombre sobre la Tierra, pues todo el instinto en su pensamiento es únicamente malo”.  Busca la maldad por maldad, al animal mata para comer y solamente cuando tiene hambre, el hombre llegó a hacer la maldad sin necesidad, no hay lugar a esa creación.  Maldad por maldad, Amalek, Hamán, Hitler, no murieron, solamente se turnan.  Al principio de la Creación tardaron diez generaciones en corromperse, pero no solamente el ser humano se corrompió, sino que consiguió corromper a todo ser viviente y hasta al mundo vegetal.  Sí, con el hombre comenzaron la falta de límites, en que tomaban gentes sin importar edad, parentesco, sexo, todo estaba permitido.  Si ese es su deseo ¿por qué tiene que esconderlo? ¿Nos parece raro? ¿Por qué tiene que avergonzarse el que hace lo que le place?  ¡Freedom! ¡No barreras! ¡No límites! ¡No orden! ¡No valores!, hasta el punto que se avergüenza quien habla de ellos.  En la mayoría de las sociedades “modernas”, puede terminar detenido y procesado quien intente expresarse por el orden y valores.  ¡Qué mundo tan equivocado!  Todos pueden decir lo que les parece, menos el que dice lo que debiera.

 

Parashá Bereshit II

Tras la creación del hombre en el último día, viernes a las 11 de la mañana, fue ordenado a gobernar la creación con la única prohibición de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, nos comentan nuestros Sabios que el primer hombre estaba al nivel de los ángeles, en los que por falta de conocimiento del mal, no existe en ellos la elección, por lo que sus hechos son automáticos, a lo que el Talmud declara que el hombre está por encima de os ángeles, pues tiene que sobreponerse a sus instintos y deseos para alcanzar el bien.  Este fue el propósito del primer hombre en su búsqueda por elevarse equivocándose en querer ser más de lo obligado, como nos advirtió la Torá: “No aumentes y no disminuyas”, pues la meta es acatar el deseo Divino.  Tras el error el hombre es castigado con la muerte, pues la eternidad, por definición, no tiene límites y el hombre sin el pensamiento de un final, la soberbia y el poder lo llevarían por naturaleza a la equivocación.  Solamente el pensamiento de que debe existir una “razón” de la existencia, es la que obliga a la persona a buscar la meta de su vida.  La Torá nos cuenta cómo el primer hombre, tras nombrar a todos los seres vivientes, “no encontró” “Ezer Kenegdó”, es decir que todos los seres vivientes, de cierto nivel de desarrollo, fueron creados macho y hembra, solamente el hombre era el único incompleto.  El primer hombre entendió que no era una necesidad hormonal lo que le faltaba, sino una falta en su perfección, lo que hoy muchos no entienden que la unión hombre-mujer no es una sociedad económica ni una compañía de intereses, ni una unión cómoda de acompañamiento, sino una necesidad existencial innata por lo que el matrimonio hombre-mujer no es un deseo permisivo, sino una obligación imperativa, no es un derecho sino una obligación “Peru Urbu Umilu Et Haaretz” “Fructifíquense y multiplíquense y llenen la Tierra”, es una obligación, una necesidad natural, una bondad infinita.  ¿Cómo puede la persona pensar en evitar algo, que a los nueve meses entregaría su vida por ella? Quisiera preguntarle a una madre ¿a quién quiere más, al primer hijo o al último?, a lo que respondería lógicamente es como preguntarse a qué dedo de la mano quiere más, todos son diferentes, necesarios y queridos.

 

Parashá Bereshit I

Tras el comienzo de la Torá con la Creación del Mundo donde nuestros Sabios de la Kabalá exigieron un nivel muy alto para su entendimiento “Maasé Bereshit” y que solo un maestro lo transmitiera personalmente a su alumno, o como dijera Rashi “no se escribió esta Parashá Bereshit sino para estudiarla con profundidad” ya que si se lee en su sencillez, no es entendible, pero qué podemos hacer si todo “erudito” que apenas sabe leer hebreo “tiene” su crítica al escrito, y hasta aparecieron ensayos universitarios con el título “Crítica de la Biblia”. Está claro que un parvulito no puede, pues no tiene ni la capacidad ni el conocimiento para “criticar” planos de un arquitecto.  Es necesario conocimiento, experiencia y sabiduría.  Tras los “seis días” de la Creación, de lo que discutieron nuestros Sabios en todas las generaciones sobre la duración de dichos días, entre ellos Ranbam (Najmánides) y Rashí (Rabí Shlomo Ben Yitzjak), hasta llegar a entenderlo en los conceptos de la física moderna o no tan moderna, en la que el tiempo es inversamente proporcional a la velocidad E=mc²=mxe²/t² cuando la energía no nace ni desaparece sino solamente se transforma por lo que la misma física niega la creación por sí, sino solamente su transformación.  Mi gran Rabino R. Shalom Shefadrom solía decir: “Si el hombre desciende del mono, tengo muchas dudas, pero de lo que no dudo es que muchos monos vinieron del hombre.  Temas más profundos se desarrollaron desde el nacimiento del primer hombre que no encuentran “Ezer Kenegdó” (Ayuda frente a él).  La Torá nos comenta cómo el primer hombre dio nombre a todos los animales y seres vivientes, al perro los llamó “Kelev” (Todo corazón)…  Nos recalca la Torá que el nombre que le dio, ése es su nombre, es decir su cualidad, no muchi ni puchi, Kélev=Todo corazón. Adam=Adamá (tierra) “de la Tierra te creé y a la Tierra volverás”.  No te servirá ni congelación ni ningún otro tratamiento, “de la Tierra saliste y a la Tierra volverás”.  Nóaj=descanso, pues en sus días se descubrió el arado, que ayudó a la persona en su trabajo diario de la tierra.  Hasta la época de Nóaj se trabajaba la tierra casi con las manos.  El nombre, no solo en los animales sino hasta en el humano, demuestra su significado y su potencial.  Abraham=Ab=padre, Ram=grande, Yitzjak=risa, Yaacob=retener, Israel=ministro, etc.

Sucot

Halajá 118

Dictamina el Shulján Aruj que la mitzvá de Sucot tal como lo explica la Torá, “Siete días asentaréis en Sucot” se cumple, comiendo, bebiendo, durmiendo y haciendo todos los menesteres, convirtiendo la Sucá en su hospedaje fijo y su casa temporaria.  En muchas comunidades del norte de Europa, en especial en Rusia, por las condiciones climatológicas, temperaturas muy por debajo de 0 grados, no acostumbraron a dormir, aunque muchos Poskim pusieron en duda la Kashrut de una Sucá en la que no puede dormirse en ella, pues falta lo dicho “habitarás en ella”.  Asimismo, dictamina la Halajá que una Sucá construida en un lugar maloliente u otros defectos que la hacen inhabitable, no están permitidas.  La persona deberá cuidarse de usar para la Sucá Sjaj robado o de jardín público del que no recibió permiso.  Cada vez que se siente a comer pan en la Sucá (incluso en los ashkenazim pasteles de harina) tras la bendición “Hamotzí Lejem Min Haaretz”, dirá la bendición “Le Yeshev BaSucá”; en los días que se dice Kidush como los días festivos o Shabat lo dirá al final del Kidush y después dirá “Hamotzí…”  Si desde que dijo la berajá de la Sucá no salió de la misma o hubo continuación por medio de otros comensales, no deberá repetir la berajá.  Aunque hemos dicho que el dormir también es obligatorio, no se bendice por el mismo hecho, no vaya a ser que no concilie el sueño y se convierta en una bendición innecesaria.  Si se ve forzado a abandonar la Sucá en contra de su deseo, como en caso de lluvias o calor extremo, no abandonarla despectivamente, sino con dolor de quien quiso hacer una mitzvá y se le imposibilitó. Asimismo, al final de la festividad no tirar a la basura el ramaje de la Sucá, en forma despectiva.  La Sucá no necesita mezuzá, por ser temporal, habitable por siete días, pero si la construyó dentro de la casa o en el balcón que ya tenía, no debe sacarla.   Hay que recordar que como la mitzvá de Sucá es de siete días, es una mitzvá que depende del tiempo (15 de Tishrei) y por lo tanto las mujeres y niños, si la cumplen, hacen una gran mitzvá, pero no están obligados como en todas las motzvot que dependen del tiempo.

 

Sucot

Halajá 117

Tras construir las paredes de la Sucá, llega el momento del “Sjaj” techo de arbusto que debe ser “crecido de la tierra”, como ramas de árbol “cortado y no plantado”, pues si aún está vivo, como el caso de una parra o viñedo o trepadora.  Otra condición que no sea un instrumento como la madera de una cama o una escalera o si tiene más de 4 tefajim, como 32 cms. de ancho y fue parte de un instrumento como una silla.  Todos estos casos se consideran no Kasher, el que se sienta debajo de ese ramaje como el que se sienta debajo del techo. Asimismo, no deberá usar como Sjaj verduras y frutas comestibles, pero sí adornos, aunque no podrá comerlos aunque se caigan, ya que los dedicó a la Sucá, a menos que los acondicionó, para que cuando quiera comerlos o se caigan, dejarán de ser parte de la Sucá.  Asimismo debemos recordar que el Sjaj debe dar sombra más de lo que deja pasar el sol al mediodía, pero no debe ser demasiado espeso que no permita pasar la lluvia, ya que se sospecha que se confunda con un techo normal.  En zonas de fuertes lluvias deberá consultar cómo construir la Sucá, para no perder una mitzvá tan grande y no mojarse pues, si la lluvia penetra de manera que pueda estropear la comida, no solamente que no hay obligación de comer en la Sucá sino que quien se empeña y se queda, está equivocado, y si bendijo, su bendición fue incorrecta. Debemos recordar que la primera noche la comida en la Sucá es obligatoria de la Torá por lo que deberá esforzarse por comer pan y si lloviera, deberá esperar a que deje de llover para cumplir la mitzvá.  En el resto de los días solamente si está interesado en comer pan, está obligado a hacerlo en la Sucá, pero no podrá comer si está ocupado en otra mitzvá, como estar cuidando a un anciano o un enfermo o esté de viaje.  Mismo que no está obligado, todo aquel que se empeña en hacerlo, o estar o cualquier otro uso no despectivo, cumple con el precepto: “Siete días habitaréis en las Sucot”.

Sucot

Halajá 116
Tras el “Birkat Halevaná” y la “Havdalá”, debemos dar comienzo con las dos mitzvot que se nos avecinan: Sucot y los Cuatro Minim.  Tres párrafos de la Torá definen la Sucá: “Leemaan Yedu Dorotejem Ki BeSucot Hoshabti” (Vayikrá 23) “Para que sepan por generaciones que en Sucot asentó…” “Ve Suca Tihye Le Zel” “Y la Sucá será para sombra” (Yeshayahu 4) “Be Sucot Teshbu Shivat Yamim” “En Sucot asentareis siete días”.  Del primer párrafo (“Para que sepan…”) aprende la Mishná que una Sucá no podrá ser más alta de 20 amot (alrededor de 10 metros) para que la persona no sienta el techo de la misma.  Del segundo párrafo (“…será para sombra”) aprendemos que el techo de la Sucá tiene que tener ramaje que dé más sombra que luz.  Del tercer párrafo (“…siete días”), aparte que la mitzvá de Sucá se cumple durante los siete días, por lo que la Sucá debe ser construida de forma temporal pero que pueda aguantar siete días, de donde aprendemos que si el ramaje, colocado en condiciones normales, se secara antes de finalizados los siete días, ya desde el primer día fue no apto para la mitzvá.  Asimismo aprendemos la obligación de asentarse siete días en la Sucá, por lo que deberá comer, dormir y todo lo que acostumbre hacer en su casa, excepto cosas despectivas, como baños o lavado de utensilios, por respeto a la mitzvá.  Tal como dijimos, deberá habitar siete días por lo que la Sucá tiene que tener una medida mínima de 70 x 70 cms. y una altura mínima de 1 metro pues, menos de eso es inhabitable y un máximo de altura de 10 metros pues, más no se siente dónde se encuentra.  La Sucá debe tener como mínimo tres paredes que puedan aguantar un viento normal, por lo que Sucot de paredes de tela que se mueven más de 10 cms. con el soplar del viento normal, no son aptas.  No es necesario que las paredes lleguen hasta el techo sino con una altura mínima de 1 metro es suficiente, mismo que el resto esté abierto.  Todo espacio abierto en las paredes, de menos de 24 cms. se consideran continuo, por lo que la baranda de un balcón con varillas metálicas cuya mayoría del espacio está abierto no superando 24 cms., se consideran continuas y Kasher.  No olvidemos que las Halajot de la Sucá son complejas y exigentes y lo que recordamos, en absoluto suficiente ni detallado.  Miles y miles de páginas se han escrito sobre los detalles necesarios para cumplir la mitzvá, desde la Mishná hasta nuestros días.

Yom Kipur

Halajá 115
Maimónides dictamina que el día de Yom Kipur perdona a los arrepentidos de sus hechos, pero quienes dicen o piensan “haré, y Yom Kipur perdona” están lejos del arrepentimiento y como ya recordamos, tres pasos son necesarios en el proceso: el reconocimiento del error, la decisión de no volver a hacerlo y la demostración que, cuando se encuentre en las mismas condiciones que estuvo al realizar lo equivocado, se sobreponga y no se equivoque de nuevo.  Generalmente durante los rezos de Yom Kipur, el público creyente se comporta como ángeles, hasta lágrimas derrama al escuchar la voz del Shofar al finalizar el día, pero qué triste que minutos después de la “Nehilá” pareciera que la vida vuelve a su pasado.  Por desgracia existen comunidades donde se celebran “fiestas” lejos de los conceptos de arrepentimiento.  ¿Tan falsos podemos ser o tan lejos nos encontramos de los conceptos?  Tal como recordamos, por la diferencia entre los párrafos correspondientes al día de Kipur tenemos obligación de adelantar el comienzo y asimismo retrasar el final del día, por lo que no se debe apresurar en el primer rezo de Arvit, sino realizarlo como la Halajá exige, con lentitud e intención en lo que se dice y bien pronunciado, así como la bendición por la renovación del ciclo lunar “Birkat Levaná”, primera mitzvá que hacemos después de Kipur.  Recordemos que al igual que en Shabat, no se puede comer o beber hasta no haber hecho “Havdalá” sobre un vaso de vino, rama de mirto oliente y vela.  Este año, por coincidir el final de Kipur con la salida de Shabat, bendeciremos sobre los “oliente”, por el espíritu del Shabat que nos abandona, mientras que la bendición por la vela se realiza tras todos las fechas de Kipur para agradecer que este día estuvo prohibido el encendido del fuego y ahora se nos permitió su disfrute.  Se acostumbra a lavarse las manos antes de la Havdalá, ya que durante el día lo hicimos solamente por estricta obligación, aunque durante el año acostumbramos a lavarnos hasta la muñeca.  La Halajá indica que deberá comenzar la construcción de la Sucá o la compra del lulav para demostrar nuestro interés en el cumplimiento de los preceptos y que aunque no finalizamos el día de Kipur, ya estamos preocupados para comenzar otra mitzvá “Mi Hayil el Hayil” “De una mitzvá a otra”.

Yom Kipur

Halajá 114
Como mencionamos en el shiur anterior la controversia de los párrafos en que uno señala el noveno en la tarde y el otro habla del décimo, entendieron nuestros Sabios que deberíamos ayunar en ambos, pero como la Torá no obliga lo que no es posible realizar, nuestros Sabios interpretaron que estamos obligados por la Torá a comer en víspera de Yom Kipur, por diferentes razones: la primera, cuidar nuestro cuerpo y no entrar al ayuno con falta de líquidos; la segunda, para sentir mejor el ayuno pues quien está acostumbrado a comer, lógicamente su estómago sentirá mucho más la falta de alimentos, de ahí que hay quienes acostumbran durante toda la víspera de Yom Kipur, tener un caramelo en la boca para sentir más el ayuno.  El Shulján Aruj nos comenta sobre la obligación de la Seudá Mafseket, última comida antes del ayuno que se deberá hacer por la tarde, y hay quienes obligan comer con pan como toda comida obligatoria, y hay quien considera que es mitzvá de la Torá, y si no pensó de antemano en beber o comer, mismo después del Bircat Hamazón, se comprometió con el comienzo del ayuno.  Debido a la estrictez del ayuno de Kipur y su prohibición por afligimiento, también está prohibido el lavado de la boca y hasta el lavado de las manos, y respecto a este lavado procurará, al levantarse o después de hacer las necesidades, lavará solamente los dedos hasta los nudillos, si no manchó la muñeca de la mano.  Aunque dijimos que la Torá nos obligó a afligir nuestro cuerpo, la persona no debe obligarse más de lo que nuestros Sabios especificaron como aflicción, por lo que no está obligado a estar en una sinagoga sin aire acondicionado, aunque este último le cause un gran placer, pero sí deberá evitar airearse con perfume, ya que perfumar ropa está prohibido en Shabat y por lo tanto también Yom Kipur por “Maké Bepatish” (último detalle que define el vestido o cualquier instrumento).  Así como comprometerse a rezar todo el día de pie, cosa que exige un gran esfuerzo físico por encima de lo obligado, como en la Amidá y Selijot que generalmente terminan siendo a cuenta de la concentración y buen desarrollo de los rezos, en general la persona no debe salirse de la norma y de la obligación que fijaron nuestros Sabios, y que Hashem nos facilite cumplir con lo obligado, excepto en lugares donde se limita la persona por sospecha o duda que la “norma” no se cumple como es necesaria.

Ayuno de Guedalia

Halajá 112

Entre los cuatro ayunos que realizamos a lo largo del año en recuerdo de las desgracias ocurridas a nuestro Pueblo y la destrucción del Templo, nos recuerda el profeta Zom Hashebii, el ayuno del séptimo mes en el que nos relatan nuestros Sabios que con la muerte de Guedalia Ben Ajikam, nombrado delegado por parte del imperio romano luego de la destrucción del Templo y por miedo a la represalia, el resto del Pueblo de Israel tuvo que escapar a Egipto y con ello se acabó la esperanza de la repoblación de la Tierra de Israel.  El ayuno viene a recordarnos en especial el villano comportamiento de Israel Ben Netaniya que, por envidia del éxito en la administración de Guedalia Ben Agikan, recordamos que las mayores desgracias de nuestro pueblo fueron causa propia.  “Majarinayij U Maharisayij Mimej Yezev” “Tus destructores y moledores de ti saldrán”.  Andamos siempre buscando excusas y culpando al prójimo, antisemitas, anti…, anti… y no entendemos que ellos son solamente los mensajeros y los que actúan, pero no la causa; Las causas siempre están en nosotros, la envidia, el odio, las malas relaciones humanas son verdaderamente la razón de las desgracias.  El ayuno es solamente el medio para recordar y recapacitar y corregir, como dijeron nuestros Sabios: “No se destruyó el segundo Templo sino por el odio en vano, por lo que no se construirá sino por amor gratis, amar por amar, cuando amar no son “los besitos” ni la atracción, sino la entrega y preocupación por el prójimo sin razón, amor por amor.  El ayuno que dictaminaron nuestros Sabios prohíbe solamente la comida y la bebida desde la alborada hasta el anochecer, cuando lo importante del ayuno se encuentra en la recapacitación y la decisión de corregir nuestros impulsivos comportamientos con respecto al prójimo.  Toda persona enferma, aún sin peligro de vida, así como los menores de Bar Mitzvá, están exentos del ayuno.

Víspera de Rosh Hashaná

Halajá 111
Debido a que Rosh Hashaná es también día festivo, como dijimos anteriormente, la víspera del mismo tiene todas las peculiaridades de la víspera de un día festivo, por lo que las Selijot tendrán que ser recitadas antes del amanecer.
Se acostumbra a hacer Hatarat Nedarim (permitir las promesas) así como no tocar el Shofar, para diferenciar entre el toque del Shofar por costumbre y el toque obligatorio.  Asimismo se acostumbra a visitar el cementerio, en especial para recordar que todos tenemos el mismo camino y recapacitemos que de este mundo solamente nos quedarán los buenos hechos y el buen nombre, o como dice un cartel en uno de los cementerios en Jerusalem “Bet Moed le Kol Jai” “Casa de invitados a todos los vivos”.  La otra razón, basada en conceptos kabalísticos, las almas de los fallecidos vuelven en las alegrías al mundo, por lo que debemos visitarlos y desearles “Shaná Tová”, dentro de lo posible.
Entre las costumbres preparativas de este día, la Halajá trae la inmersión en el Mikvé para purificarnos, en lo que está en nuestras manos, y aunque por la falta del Bet Hamikdash y las cenizas de la vaca roja no sea completa, debido a que la Tebilá es solo costumbre, para quien no le facilite ir a una Mikvé, hay quienes permiten una ducha continua de más de 12 litros sobre todo el cuerpo, así como cortarse el cabello y demás preparativos como quien se prepara para un gran evento.
Prepara la casa como se hace para Shabat y días festivos y aunque nos encontramos en víspera del juicio más significante de nuestra vida, confiamos en la bondad Divina que buscará dictaminarnos el mejor decreto que podríamos esperar, y que se cumpla la petición: “Y finalice el año y sus desgracias, comience el año con buenas nuevas”.  “Le Shaná Tová Tikatevu”

Shabat Teshuvá – Mitzvá Eruv Tavshlín

Halajá 110
El primer Shabat del año, apenas después de Rosh Hashaná se denomina “el Sábado del arrepentimiento”, mismo que durante Shabat no se debe mostrar ningún símbolo de perdón o error ya que, al igual que en el primer sábado de la Creación, Hashem concluyó la misma y el primer hombre, si no se hubiera equivocado y comido el fruto del árbol del conocimiento, hubiera entrado directamente al mundo perfecto.
Todos los sábados deben considerarse como la perfección de la semana.  Este año Shabat continúa a los dos días de Rosh Hashaná, por lo que para poder hacer todos los preparativos que no se pueden realizar en Shabat, como el encendido de las velas, los preparativos culinarios debemos realizarlos en la víspera de Rosh Hashaná, es decir antes de la puesta del sol, el miércoles por la tarde, el “Eruv” (mezcla) en el que por medio de un cocido, como puede ser un huevo hervido o una pulpeta de carne y de un producto horneado, como ser un pan o matzá que se comerán durante el Shabat, demostramos que los preparativos para el Shabat se comenzaron antes de Rosh Hashaná, y el viernes durante el segundo día de Rosh Hashaná, solamente los estamos continuando, ya que en Sábado estrían prohibidos realizar, por lo que el miércoles por la tarde tomará el pan con el cocido y dirá la bendición…
Al Mitzvá Eruv y luego dirá: “Por medio de este Eruv se nos está permitido hornear, cocinar, calentar, traspasar fuego y realizar todo lo necesario en el día festivo para el Shabat”.  Deberá cuidar que el pan y el cocido que dedicó para el Eruv no se coman o se estropeen hasta comenzado el Shabat, y en caso de olvido o pérdida, podrá apoyarse en el Eruv del Rabino de la comunidad, siempre y cuando el mismo se encuentre a una distancia posible de participar en la comida de los mismos.


Rosh Hashana

Halajá 109
Siendo que según la Kabalá los dos días de Rosh Hashaná es considerado como un solo día largo de 48 horas, donde en el primer día son juzgadas las personas individualmente y en el segundo día las comunidades, los pueblos, los países.
Según la Halajá y el Talmud, el primer día es de la Torá y el segundo fue impuesto por nuestros Sabios, por lo que son días diferentes con significados diferentes.  En la víspera de Rosh Hashaná se encenderán las velas y se bendecirán: “Baruj Atá Hashem Elohenu Mélej Haolam. Asher Kideshanu Lehadlik Ner Shel Yom Tov” y hay diferencias en las costumbres sobre si decir o no “Shehejehianu”, aunque se volverá a recitarlo en el “Kidush”, así como si encender primero y decir luego la berajá o viceversa, pero en todo caso hay que tener cuidado de no apagar los fósforos.
En la primera noche se encenderá antes de la puesta del sol, como en la víspera de Shabat, pero en la segunda noche lo hará solamente después de salida las estrellas, ya que como dijimos no se puede preparar ni cocinar ni encender de un día para el siguiente, sino que todo lo necesario para la segunda noche tendrá que realizarse solamente una vez que sea seguro de noche.  Debido a que en Yom Tov (día festivo) se permite solamente pasar fuego o encender de lo encendido, debe tener una vela encendida desde la víspera de Rosh Hashaná que dure más de 48 horas, para que pueda encender de lo encendido.  Asimismo, no deberá apagar fuego, gas, electricidad, sino solamente mediante relojes programados.
En la segunda noche se vuelve a decir “Shehejehianu” pero por la discusión que hemos mencionada anteriormente, se acostumbra a poner en la mesa un fruto nuevo o vestir una vestimenta nueva, para evitar la duda en la bendición.  Se acostumbra repetir los “simanim” de buen augurio, y hay quienes los comen también de día.  Quienes acostumbran a comerlos antes del “Hamotzí” tendrán que cuidarse de comer más de “cazayit” para no hacer una separación entre el Kidush y la comida.

Parashá Nitzavim

“Atem Nitzavim” “Presentes”.  Con esta imposición comienza la parashá de esta semana víspera de Rosh Hashaná.  El compromiso de “todos” con Hashem y la Torá y la responsabilidad mutua de unos con los demás, donde nadie se puede justificar.

“Shalom Yihié Li” “La paz será conmigo”, sin preocuparse ni de los demás ni de sus hechos.  El camarote es particular, pero el barco es común a todos.  En altamar es difícil descubrir el horizonte, todo nos parece igual, agua por todos lados.  No parecería importante a qué puerto nos dirigimos, pues la magnitud del mar hace perder toda sensación de pertenencia.  Pareciera que todos los mares son iguales.  Un puerto más por atracar, un año más de existencia, pareciera que nada cambia.  La misma soga de atraque nos engaña en todo puerto.

¡Qué error!  Cierto que podríamos estar navegando sin rumbo definido y nos parecería correcto, pero cada punto del mapa tiene sus cualidades.  Casi un año más de vida, mensajes, consejos, estudio, ¿pero volvimos al mismo puerto del que partimos?  Qué triste, si en el trayecto no aprendimos nada y no corregimos los errores y sobre todo ¿qué hicimos por los demás, por el barco que nos lleva (y esperemos que no a la deriva), aún estamos a tiempo, unos días más ya será tarde, pero cada día, cada hora es un sinfín de oportunidades.

“Ree” “Observa” “Te di hoy la vida y lo bueno, la muerte y lo malo…”  En nuestras manos está la elección, no nos dijo, cree.  ¡No!  Observa, solamente hay que poner atención y ver cómo la vida depende de nosotros, la tensión por conseguir, los nervios por vengar, la persecución por los placeres.  ¿Hay algo más ridículo que dejar apartamentos de cientos de metros de superficie por un incómodo cuarto de 20 metros cuadrados, con los nervios de los vuelos y las molestias de las maletas y el costo de los tickets, solamente para satisfacer el deseo de cambio o del instinto de que lo conocido no tiene valor?

Dice el Talmud “que el agua del vecino es más dulce, aunque las dos vienen de la misma fuente, en vez de desear la bendición de Yaacob a su hijo Isajar al decirle: “Vayar Et Hamenujá Ki Tov” “Y vio que el descanso es bueno…”  ¡Stress, stress, stress! ¿Hasta cuándo?


Aseret Yemei Teshuvá

Tal como dijimos ayer la persona debe cuidarse no solo de los que introduce por su boca sino, mucho más lo que saca de su boca, evitando no solamente el mal hablar “Lashón Hará” que como dijo y dedicó su obra R. Meir hacohén, el autor del Mishná Berurá “Mi Jaish Jafetz Bejayím, Nezer Leshonjá Merah Ushefateja Medaber Mirmá” “Toda persona que busca vivir, detenga su lengua del mal y sus labios de hablar mentiras”.
Por desgracia la Torá no está en absoluto de acuerdo en el lema tan popular “Jofesh Hadibur” “Libertad de expresión”.  De ninguna manera una persona tiene derecho alguno, ni a hablar ni de nada, ni de nadie, ni bueno, ni malo, a menos que sea necesario para el bien del que habla o evitar el mal hablado, ya que de mucho hablar viene el daño.  Hemos criticado muchas veces “los derechos” sin responsabilidad, son totalmente rechazados por la Torá, solamente los derechos necesarios y limitados ayudan a la persona en su desarrollo.
Dijo el Taná en el Pérek: “Ein Dabar ze en lo makom Veen Adam she en lo Shahá” “No hay cosa que no tenga lugar y no hay persona que no tenga momento”.  Todo lo creado hasta el más insignificante gusano, fue creado con función, solamente el mal uso y dirección que le dio el hombre a la naturaleza la desvirtuó y hoy vemos la “evolución” en que Darwin tanto creyó, solamente que dado a que el hombre se desarrolló a partir del mono, no cabe dudas que muchos monos se desarrollaron del hombre.  No olvidemos que nadie niega la evolución, hecho real que lo vemos hasta en nuestros días y de que muchos eventos galáxicos causaron gigantescos cambios, entre ellos el diluvio.
Lo que sí la Torá y la ciencia niega, la creación de la nada o de la casualidad, ya que la primera ley de termodinámica niega la posibilidad de la aparición sino solamente acepta la trasformación “nada aparece ni desaparece, solamente se transforma”.  La razón que la seudociencia postula por la aparición hace trillones de trillones de años luz, es solamente para apartarse de la obligación de aceptar una razón a la existencia que exigiría cuentas de nuestro comportamiento, mientras que la casualidad lleva al “freedom” viva cada cual en la jungla de la libertad.

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