“Janu-ca” – “חנו-כ”ה”
Parashá Vayishlaj
“Bemiut Sjok” – Con poca risa
“Bemiut Taanug” – Con poco disfrute
El Talmud nos cuenta que antes de fallecer R. Yehuda Hanasí, levantó sus manos a los Cielos y puso a Hashem de testigo que ni sus dedos disfrutaron de este mundo. Muchos no disfrutan, pero casi todos, porque no tienen o no pueden, mientras que Rabí Yehuda, siendo el “Nasí” presidente de la gran mayoría del pueblo judío en Babel, podía y no quería, y la pregunta ¿acaso, no se nos dio la vida para disfrutarla? En verdad no se nos prohibió disfrutar de lo permitido y hasta vimos que hay mitzvá de disfrutar como en las seudot de Shabat y en las seudot Mitzvá. Aparte que no escuchamos el camino de la abstinencia como manera, sino solamente en momentos de desgracia, como dictamina la Halajá con respecto a los ayunos que realizamos por la destrucción del Templo de Jerusalem, que según el Talmud fueron fijados por las desgracias y solamente en momentos de desgracias, por lo que en verdad hoy tendríamos que estar exentos si no fuese que la situación física, y en especial la situación espiritual del pueblo de Israel. Verdaderamente está en peligro, cuando más del 60% de la juventud, sobre todo en los países desarrollados, contraen matrimonios mixtos y un alto porcentaje no tiene concepto de los principios básicos del judaísmo, por lo que aún si B”H no nos encontramos en tiempos de guerra, la verdadera guerra por la sobrevivencia del pueblo de Israel continúa, y así dictamina el Talmud que, cuando se avecina una desgracia estamos obligados a dictaminar Tefilot y ayunos, para merecer que nuestras peticiones sean recibidas de los Cielos. Sabido es que cuando una persona come, el sistema digestivo exige un exceso de corriente sanguínea para satisfacer todos los procesos de la digestión. Muchos de ellos son tan complejos que difícilmente son verdaderamente comprendidos por la medicina moderna, pero esa necesidad no tiene más remedio que ser cubierta y, en parte, a cuenta del flujo sanguíneo que necesita el cerebro, por lo que la capacidad mental se ve mermada; síntoma de lo mismo se expresa en el cansancio que generalmente se siente después de una buena comida y considerando que el ejercicio mental es un arduo esfuerzo, aunque nos cueste trabajo creerlo, no nos queda más remedio que acostumbrar a nuestro cuerpo a comer poco y demás, para que podamos llegar al máximo de uso de nuestra capacidad mental, que según muchos estudios, no llega generalmente al 20% de su potencial. ¡Qué lástima que nos regalaron un tesoro tan grande, y nosotros lo usamos para comer y dormir o jugar a los naipes!
“Bemiut Shijá” – Con poco hablar
El valor de las palabras es uno de los principios de nuestra Torá. Ya en los primeros pasos de la Creación del Mundo está escrito: “Y dijo Hashem, y así fue”. ¿Para qué era necesario que Hashem dijera? ¿Acaso no se hubiera creado el Mundo solamente con su pensamiento? ¿Acaso hay diferencia entre el pensamiento y el habla delante de Hashem? De esto aprendemos que eso es lo que nos quiso enseñar la Torá, que hasta que no lo dijo, no se concretó Su pensamiento. Asimismo vemos que después del pecado de Adán y Eva, Hashem pregunta ¿”Ayeke”? ¿Dónde están?, a lo que explica Rashí que Hashem preguntó solamente para dar oportunidad al primer hombre a arrepentirse del error cometido. Lo mismo se repite cuando Hashem pregunta a Caín ¿dónde está tu hermano Abel? Y ambos en lugar de reconocer y arrepentirse critican “a la mujer que me diste” o “¿acaso soy el guardián de mi hermano?”, por lo que ambos fueron castigados, uno con la aparición de la muerte, y Caín con el destierro. No ser impulsivos en responder, el pensar, calcular, medir las palabras, hubieran evitado muchas desgracias al mundo. En verdad hoy poco se habla, pues los nuevos medios de comunicación se convirtieron en envío de mensajes escritos que no dejan de ser menos importantes que las palabras habladas. De hecho, vemos el valor de las letras en la propia Torá, donde en la falta o existencia de una diminuta “Yud” depende la importancia, trascendencia y Kedushá de un Séfer Torá. Infinidad de enseñanzas y mensajes aprendieron nuestros Sabios de esa pequeña “Yud” a diferencia de los trillones de escritos que navegan a diario a lo largo del espacio cibernético, cuando en su gran mayoría fueron escritos sin responsabilidad de consecuencias ni cuidado en sus detalles, y generalmente causando situaciones no deseadas por la facilidad en su escritura. Debemos medir nuestras palabras, así como nuestros escritos y saber que todo “queda grabado” como dijeron nuestros Sabios del Talmud, hasta la más sencilla conversación de una persona con su esposa, vendrán las paredes de su casa a atestiguar por los mismos. Las paredes de su casa, hace 2000 años consideraron nuestros Sabios conceptos de la física moderna, en la que toda materia tiene “memoria” y se influye por el contorno donde se encuentra. Las paredes de la casa del Rab. Elyashiv, aunque están hechas del mismo cemento y ladrillos que la de cualquier maleante, las primeras están impregnadas de Torá y la “memorizan” y las otras están llenas de palabras vacías, en el mejor de los casos, impregnadas de vulgaridades y blasfemias. Benditas las paredes de la casa del Rab. Elyashiv , llenas de Torá y desgraciadas las paredes de las casas de maleantes, llenas de negatividad.
Estudio de Torá “Be Yeshuv”
La expresión “Yeshuv” tiene muchos significados desde la tranquilidad necesaria para concentrarse en el estudio, ya que un entendimiento superfluo en todos los campos, y en especial en la Torá lleva, regularmente, a la equivocación. El “detalle” es lo exacto. Hay quienes disfrutan de la lectura de revistas científicas o de medicina, que generalmente fueron escritas para el público en general y no para los expertos en la materia y se consideran “conocedores” y hasta llegan a opinar sobre temas que apenas leyeron. Esa condición de enciclopedista, que apenas sabe unas líneas de cada palabra, pone a la persona en una situación equívoca, pues más vale que lo que sepa, en verdad sepa aunque sea poco a que abarque mucho, pero sin entender. Ya dijeron nuestros Sabios: “Lo Aleja Hamelajá Ligmor, Abal Ein Atá Ben Jorim Lehipater Mimena” “No tienes obligación de finalizar tu encomienda, pero no eres libre de abandonarla”. Hemos recordado anteriormente que tras los 120 años, la primera pregunta que le harán a todo judío es si se dedicó al estudio de la Torá, no cuántas páginas ni cuántos libros, sino si se dedicó, empeño, esfuerzo, deseo, cada cual a su nivel y posibilidades. El Talmud nos cuenta cómo Rab Eidi acostumbraba a viajar tres meses para estudiar en el Bet Hamidrash durante un día, y de regreso otros tres meses. Su maestro apreciaba tanto esfuerzo, 6 meses por los caminos en aquella época con sus peligros, sin vuelos Vip en primera clase, y a lo máximo montado en un burro. Vieron los demás alumnos cómo lo apreciaba, cuando lógicamente contaba con poco nivel de estudios y pocos conocimientos, y empezaron a nombrarlo “Bar Berab LeHad Yomá” “El Hijo del Rab por un día”. Cuando el maestro sintió la burla, los criticó indicando que el valor se encuentra en el esfuerzo y en la dedicación y no en los conocimientos que son necesarios e importantes, pero no demuestran el valor. Muchos recibieron regalos divinos como “memoria prodigiosa” o “inteligencia superdotada”, cualidades que destacan de inmediato, pero que culpan al que no las usa con máximo interés, hasta el nivel que el Midrash comenta que el feto en el vientre de su madre estudia toda la Torá de boca de un ángel, y en el momento del parto le golpea para causarle el olvido de la misma, para que cuando se esfuerce después para volver a aprenderla y tenga valor por el esfuerzo, y a la pregunta para qué se le enseña si después le causa el olvido, pues si no fuese que la aprendió de boca del ángel, en muchos casos nunca alcanzaría a entenderla , pues hay conceptos que no son solamente intelectuales.
Con mínimo de ocupaciones
Ya vimos que el trabajo no es la meta para la cual fue creada la persona, sino que antes del pecado fue colocada en el Gan Eden, Le Obda Ve Le Shomrá, para trabajarla y cuidarla, cuando el Gan Eden estaba totalmente florido y el hombre tenía que cuidarse de no estropearlo a minutos de la entrada del Shabat, y con ello a la vida eterna, donde el hombre hubiera sido creado para disfrutar de la presencia Divina. Tras el pecado fue expulsado del Gan Eden, y la vida eterna dio lugar a la muerte, como nos advierte la Torá que no vaya a comer del fruto de la vida y viva para siempre, pues tras el conocimiento del mal y vida eterna, llegaríamos o podríamos llegar a un ser inteligente “homo sapiens” en el verdadero sentido de la palabra pero con el pensamiento de solo hacer el mal, así vimos cómo en las primeras 10 generaciones el hombre vivió casi 1000 años sin enfermedades, pues hasta Yaacob Abinu la persona no conoce la enfermedad, y la persona muere de inmediato sin poder arrepentirse, pues no siente el momento de la verdad, y es Yaacob el primero, según nos relata la Torá, que conoció el concepto de enfermedad. 1000 años de vida sin dolores ni mal estar, qué niveles espirituales y de conocimientos podría alcanzar, pero la persona prefiere agarrar de todo lo que encuentra pues no siente el fin de su vida y la necesidad de dar cuentas. Todos conocemos la sensación sincera de que un padre trabaja por y para su hijo, y su hijo para su hijo, y así sucesivamente, y nadie se detiene a preguntarse ¿y hasta cuándo? En verdad existe un instinto obsesivo de obtener, como ya dijimos, que el que tiene 100 aspira a los 200, y el que tiene 200 aspira a los 400, por lo que el que más tiene más le falta, pues aspira al doble de lo que tiene y la carrera nunca termina. Hasta 10 minutos antes de irse de este mundo, es que entiende que perdió gran parte de su vida sin meta, sino en un ciclo vicioso de trabajar para comer y comer para poder dormir y dormir para poder trabajar, y vuelve a empezar mientras que la Torá nos enseña y nos obliga a que la escala de valores a alcanzar en la vida comienza con uno mismo y continúa con su familia íntima, su entorno, su ciudad, su pueblo, etc., pero lo primero que se tiene que preguntar después de los 120 años de vida, “me fui y pasé por el mundo sin hacer nada más que comer y dormir y dejar un montón de preocupaciones a mis hijos”. Cada minuto tiene su misión y debemos saber aprovecharlo. Cuentan que el Rab. Shaj z”l en su “stender” tenía marcado con una raya cada minuto que desaprovechó de su vida. ¿Se pueden imaginar qué ocurriría con el “stender” nuestro si hiciéramos lo mismo? Muy sencillo, no quedaría madera donde rayar. La vida se nos dio para usarla, no la desaprovechemos.
– במיעוט סחורה Con pocas ocupaciones
Aunque el Pérek en verdad dice con poca mercancía, pues esa era la ocupación general del judío a lo largo de su larga historia, ya que generalmente esa fue la única ocupación permitida a los judíos, ya que no podían ser propietarios de terrenos ni podían practicar ninguna artesanía, por lo que les quedó el ser mercader y usurero (prestamista) como única fuente de sustento y con todo lo difícil que les fue el mantenimiento, nos dice el Pérek “que no se alegre con el éxito en su oficio” pues el que tiene 100 desea 200 y el que tiene 200 desea 400, y nadie ve cumplidas ni la mayoría de sus necesidades, pues el deseo y el sueño se convierten en necesidades y todo se convierte en natural en el momento que se consigue, por lo que la necesidad no tiene fin y solamente se la desea y se la busca, mientras no la tiene. El dilema eterno entre el esfuerzo que tiene que hacer la persona para alcanzar sus necesidades y la creencia de que todo depende de los Cielos y de la Tefilá, y que Hashem nos mande lo necesario, es tan antiguo como la entrega de la Torá en el Monte de Sinai, pues ya no comenta la Torá, que desde el primer día de la persona sobre la Tierra, fue ordenado cuidar y controlar el Jardín del Edén y tras su pecado fue castigado con la famosa frase: “Con el sudor de tu frente comerás pan”, donde encontramos que, aunque el esfuerzo y el sudor fueron dados como castigo y maldición, pero es el medio para conseguirlo, y por otro lado encontramos en la Mishná del Tratado de Rosh Hashaná, que nos dice “Cuatro comienzos de Año” y tras enumerar Sucot, donde son juzgadas las lluvias, Tu BeShevat los frutos, Rosh Jódesh Elul donde comienza el año con respecto al diezmo de los animales. Nos dice la Mishná Rosh hashaná donde los humanos pasamos delante de Él y dictamina “la suerte” de los particulares y de los pueblos, por lo que a cada persona, en Rosh Hashaná, se le fija su “condición” hasta el Rosh Hashaná viniente y poco le servirá esforzarse para conseguir más de lo dictaminado, pero no tiene que olvidar qué tiene que hacer para recibirlo, el cuánto, cómo, dónde y de qué forma, solamente Hashem sabe lo que dictaminó, pero nunca olvidar que todo es una prueba y la riqueza también, solamente que la última más difícil que la primera, pues ya nos advirtió antes de morir: “No vayas a engordar y enriquecerte, y decir mi inteligencia y mi fuerza me hicieron este poderío”.
La cadena de nuestros Sabios
Ya vimos ayer cómo la promesa de la Torá: “Lo Yamush Séfer hatorá hazé Mi Pija”. “No abandones este libro de la Torá de tu boca”. Generación tras generación se sucedieron los maestros de la Torá, a diferencia de las ciencias que están basadas en el conocimiento y cada generación generalmente creció sobre la anterior, como la montaña se va formando de una capa sobre otra. Existe que la montaña creció desde el interior de la tierra, en la que las capas más internas son las que más se elevan y sobre ellas se apoyan las más jóvenes. Así es la diferencia entre la Torá y la ciencia. La Torá, cuanto más nos apartamos del centro, de la entrega de la Torá en el Monte Sinai, más nos apartamos en el tiempo. Nos apartamos del entendimiento de la Torá, a lo que alegaron nuestros Sabios “todo el que considera a los anteriores como ángeles, él puede considerarse persona, pero todo el que considera a las generaciones anteriores como persona, él no es ni el burro de Pinjás Ben Yair, que como cuenta el Talmud, tras ser vendido el burro de R. Pinjás Ben Yair, no quería comer, pues no había sido diezmado, aunque según la Halajá, todo alimento dedicado a los animales no es necesario diezmar, pero esa era la condición del burro influenciado de la convivencia bajo un Tzadik. Así vimos en la respuesta de Rashí a la pregunta de por qué fueron castigados los animales a morir en el diluvio, a lo que respondió, pues erraron su naturaleza y se mezclaron las razas, pues el hombre a corromperse, no solamente influyó sobre el humano, sino que corrompió también a los animales. Por desgracia no nos suena extraño, y vemos cómo difícilmente podemos encontrar razas puras, ni en los animales, ni en los vegetales, ni en los seres humanos. Hoy en día, todo es injertado, transformado genéticamente, frutos sin semillas, pepinos de colores, vacas lecheras, y todo sin mucho entender qué hacemos, sino solamente intentando que de mil sale uno, que no pareciera un éxito, pero no sabemos si los resultados son peores que la procedencia. ¿Tal vez nuestro cuerpo no está proyectado a esos cambios genéticos.
Talmud Torá
Be Mikrá, Be Mishná
Con conocimientos de la Ley Escrita, de la Ley Oral, cuando la ley escrita con todos sus componentes Torá, Neviim, Ketubim, (los Cinco Libros, Profetas y Escritos) acompañados de la ley Oral, la Mishná, compendio dictado por Rabí Yehuda Hanasí, casi 1500 años después de la entrega de la Torá en el Monte Sinai, donde paralelamente Moshé enseña al Pueblo, después de habérsela enseñado a su hermano Aharón, a los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, cuando cada uno de ellos ha tenido la oportunidad de escucharla cuatro veces antes de comenzar a enseñarla, donde la Torá escrita recoge mediante las normas y reglas que nos enseña Rebí Ismael: Kal Vahomer (deducción lógica), Guezerá Shavá (Dictamen comparativo)… etc., 13 normas que tendrán que cumplir estrictamente los estudios de la Mishná y ser comprobados su exactitud, a lo largo de todo el texto de la Torá, aunque la ley Oral debiera haber quedado como su propio nombre obliga a ser transmitida de maestro a alumno verbalmente, Rabí Yehuda basándose en un párrafo de los Salmos “Et Laasot LaHashem Heferu Torateja”. En momentos de hacer por Hashem “transgredieron Tu Torá”, haciendo hincapié en la necesidad de los hechos que debieran considerarse incorrectos, la Mishná fue acompañada de un sinfín de estudios y enseñanzas que obligó apenas 200 años después a Rabina y Rab. Asi, a recopilarlos en el denominado Talmud Babli con 24 Tratados derivados de las seis órdenes de la Mishná. Paralelamente Jajmei Israel escribieron el Talmud Yerushalmi, aunque por desgracia no nos llegó a nuestras manos completo, tras la época de los Emoraim y de la Tanaim, los Saboraim explicaron y discutieron los estudios del Talmud y las continuaron los Gaonim, que se dispersaron por Europa y Asia, los continuaron los Sishonim hasta la expulsión de España y la escritura del Shulján Aruj completando la maravillosa cadena de nuestros Sabios, los Aharonim, entre ellos el Gaón de Vilna, y los contemporáneos encabezándolos el Mishná Berurá y el Ben Ish Jay “Dod Dor Vedoshavav Dor Dor VeJajamav” “Cada generación con sus maestros , cada generación con sus Sabios”.
Beshimush Jajamim
Mucho aprendí de mis maestros, pero Hameshanshó (quien es sirviente) el que sirve, mayor que el que estudia. Ya advertimos que la Torá más que un libro de leyes, es una sabiduría viva. El sinfín de situaciones que puede la persona enfrentar a lo largo de su vida, no solamente que no existe enciclopedia que pueda recopilarla, sino que depende de la persona en sí, de su entorno, del lugar y del tiempo, por lo que solamente una convivencia con su maestro le permitirá entender como su maestro se comportaría en dicha situación. Vimos en el Talmud cómo hasta siervos fijaron Halajot, como en el caso de Tebi, siervo de Rabán Gamliel, o el mismo Eliézer, siervo de Abraham, que desde los Cielos le facilitaron la ardua misión de elegir esposa para Yitzjak, que se convertiría en la madre del pueblo de Israel cuando Eliézer, sin que la Torá nos relate que Abraham hubiera puesto condiciones para la elección de su futura nuera, excepto que no fuera de Kenaán donde habitan y no devuelva a su hijo a la tierra de los Casdeos. Pero Eliézer sabe que a Abraham la bondad lo define, él sabe cómo su patrón sufre cuando aún después de su Brit Milá y en un día extremadamente caluroso, los caminos están desolados, y Abraham se empeña en esperar en la puerta de su tienda a posibles transeúntes que pudieran pasar por su cercanía. Cuando ello ocurre y aunque aparentan ser viles mercaderes, se desvive por satisfacerlos en el más alto nivel, ordena a su hijo degollar tres terneros para poder servir una lengua a cada uno. Podemos imaginar el esfuerzo. Ese es Abraham y ese es su mensaje. Eliézer sabe que no tiene transeúntes en el camino, ni terneros para degollar, pero sí aprendió de su maestro, el valor de la bondad y la realidad de llevar a cabo su misión en su más alto nivel. La joven que le diga que le da de beber y le responda y diga “te daré de beber y también a tus animales les daré de beber”, esa es la joven que Hashem eligió para Yitzjak. Eliézer no dijo “qué suerte, qué mazal”, sino que tenía claro que de Hashem todo lo ocurrido, y eso no se aprende de los libros, sino que se aprende viviéndolo todos los días en la casa de Abraham. Ese es el valor de convivir en una casa como la de Abraham.
Torá
En la escalera de las buenas condiciones, nos dice Rabí Pinjas Ben Yair que el conocimiento de la Torá lleva a la persona a la “Zejirut”, al cuidado en los hechos. Somos responsables no solo de los hechos, sino también de las consecuencias de los mismos, solamente el conocedor puede ser consciente y por lo tanto responsable. R. Moshé Jaim Luzzato “el Ramhal” en su libro “Mesilat Yesharim” “El Sendero de los Rectos” advierte que no hay peor situación de la que se encuentra el ciego en las tinieblas, pues no solamente que el ciego, por su situación no ve, sino que al estar en las tinieblas, en la oscuridad, no tiene quien lo guíe y se encuentra como el enfermo que no solamente perdió sus cualidades físicas, sino que ocurre que las equivoca y tiene frío donde hace calor y equivoca hasta los sabores, provocando amargo donde es dulce, por lo que difícilmente será su mejoría, pues no sabe dónde se encuentra el defecto y no tiene quien lo encamine, por lo que es primordial que la persona se rodee en un entorno correcto, aun cuando se pueda equivocar ya que no hay “justo que no se equivoque”, pueda encontrar quien le guíe, como dice el Perek: “Hazte de un Rab y apártate de la duda”. En especial, en nuestra época donde los conceptos hacen y se imponen por la fuerza del medio ambiente sin que la persona pueda negarlas, nunca mejor dicho el slogan: “No importa el tamaño de la mentira, sino cuántas veces se repita”. Cuántos de los verdaderos y buenos consejos de nuestros Sabios están hoy, por ley, prohibidos de pronunciar pues van en contra de los desastrosos derechos, cuyos efectos los vemos con nuestros propios ojos, como ser en el campo de la educación donde confundieron educar con enseñar, conceptos claros y verdaderos que hoy día pocos son los que saben diferenciar entre números y conocimientos, frente a educación, corrección y comportamiento. El grito secreto “freedom”, no a los límites, no a la guía, no a las metas, sino dejen que la barca navegue en las tormentas sin timón ni capitán. “Zejirut”, consecuencias, ver los resultados a distancia. “Jajam Enav Beroshó” “El Sabio tiene los ojos sobre la cabeza”, pero no todos los tienen sobre la cabeza, hay quienes los usan para ver a distancia y ver las consecuencias y hay quienes ni ven lo que está bajo sus pies.
Estudio de Torá
“Anavá” – “Humildad”
El gran profeta y guía del Pueblo de Israel de todos los tiempos “Moshé Rabenu”, fue identificado en la Torá “VeHaish Moshe Anav Meod” “Y el hombre Moisés muy humilde”, un título indudablemente difícil de definir, pero R. Pinjas Ben Yair, en la Mishná, nos señaló los diferentes escalones que la persona debe subir para llegar a la meta y así nos dijo: “Torá → Zehirut → Zerizut → Nekiut → Perishu → Tahará → Jasidut → Anavá → Yirat Jet → Kedushá → Rúaj Hakodesh → Tehiyat Hametim. La Torá lleva el Cuidado → Acción → Limpieza de comportamiento → Apartarse de lo innecesario → Pureza → Elevación por encima de lo obligado → Humildad → Temor del error → Kedushá → Espíritu Divino → Renacimiento de los muertos. Vemos que la “humildad verdadera” es uno de los escalones más elevados y recalcamos “humildad verdadera” pues existe la “pseudo humildad” que se demuestra cuando se ven afectados los intereses del humilde, que mientras le benefician y lo aprecian, evidencia la sencillez y falta de valor que tanto es apreciada, y más en nuestros días donde le orgullo, la ostentación, el poder, son los defectos más comunes que llegan a aceptarse como naturales. La humildad verdadera se demuestra en el que sabe aplicar sus conocimientos y hacerlos realidad, reconociendo sus faltas e intentando corregirlas. Qué fácil es predicar y qué tan difícil es practicar lo predicado, ver los defectos del prójimo es hasta natural, pero difícil reconocer los propios. Dijeron nuestros Sabios: “Adam Karov Ezel Atzmó” “La persona es interesada consigo mismo”, lo que le impide ver y reconocer sus defectos, solamente la persecución de la verdad y el conocimiento, presionan a la persona a hacerlo. Solamente el que odia los aplausos y las condecoraciones, puede ver su propia verdad. Ya Moshé Rabenu, el humilde por excelencia, que sobre él dijo la Torá. “VehaIsh Moshé Anav Meod” “Y el reconocido Moshé, muy humilde”, por un lado reconocido, importante pero por otra parte, muy humilde. Solamente él pudo decir “Ve Anajnu ¿Ma?” “Y nosotros, qué”. Cuarenta años llevó al pueblo de Israel por el desierto. Quejas, protestas, críticas. Cuarenta años y “Anajnu ¿Ma?”. Se enfrentó al Faraón antes y después de cada plaga, en una realidad que el simple hecho de ver al Faraón era un peligro de vida, exigió la salida del Pueblo, sin límites ni condiciones, causó la muerte de todos los primogénitos de Egipto, entre ellos el primogénito del Faraón y “Anajnu ¿Ma?”. Esa es la “humildad verdadera”.
Parashá Jayé Sara
Estudio de Torá
Estudio de Torá
Parashá Vayerá
Estudio de Torá
Parashá Lej Lejá II
Tras la emigración a Egipto, el Faraón expulsa con honores a Abraham y a Lot y nos anuncia la Torá “y también Lot, que acompaña a Abraham, tenía rebaños y ganado y tiendas”, de donde aprendieron nuestros sabios que quien se apega a un Tzadik se bendice, pero mismo que Lot sabe que su riqueza se la debe a Abraham, poco le dura el reconocimiento y de inmediato sus pastores se enfrentan con los pastores de Abraham, hasta que éste le pide separarse para evitar la riña entre hermanos, a lo que de inmediato Lot acepta la propuesta eligiendo el valle de Sodoma, tierra rica como el Jardín del Edén y Egipto. Lot no se preocupa de la vecindad y aunque los habitantes de Sodoma son malos pero ricos, cuánto hay que cuidarse del vecindario. “Desgraciado el maldito, desgraciado su vecino”, dijeron nuestros Sabios en la Mishná, por el contrario, cuando Abraham salió de Egipto, está escrito: “Y anduvo por sus caminos… hasta el lugar donde tuvo en su principio, sus tiendas de acampar…”, de donde aprendieron nuestros Sabios: “No cambie una persona su hospedaje”. Abraham no cambió dónde se hospedaba, sino con el tiempo pudo conocer nuevos lugares y más cómodos: “más vale malo conocido que bueno por conocer”, aunque el instinto por lo nuevo, el cambio, es algo que acompaña a la persona en toda su curiosidad. La Torá nos enseña a valorar lo conocido, agradecer el pasado, contentarse con lo suyo, limitarse a lo que tiene. Con esas propiedades llega Abraham al pacto que definió a su descendencia, y aunque tenía 99 años, se circuncida con alegría, a lo que dice el Talmud: “Toda Mitzvá que recibieron hasta hoy con alegría, la hacen con alegría, y ¿de qué Mitzvá habla?, del Brit Milá que hasta hoy en día, en su inmensa mayoría el pueblo de Israel la hace con alegría, tal vez la Mitzvá más difícil y dolorosa por cumplir, recién nacido, una operación con todos los peligros que contrae, a veces hasta prohibido por los Estados donde vivían y hasta escondidos en sótanos en contra de las leyes, con la confianza en Hashem y la Torá que el que hace una Mitzvá de corazón, no verá daño, y con la alegría de ser un eslabón más en la cadena irrompible que une al Pueblo de Israel con el Todopoderoso, se presentan el padre, el padrino y el Mohel en su día festivo para cumplir su obligación por generaciones.
Parashá Bereshit III
“Y Adam conoció a Eva… y engendró a Cain” y dijo “Y adquirí…”. Hasta que no tuvo a Cain, el hombre no tenía “derechos” sobre la Creación. Desde el momento en que tuvo descendencia se hicieron “socios”, como dijeron nuestros Sabios: “tres socios en la persona, el padre, la madre y el Todopoderoso”. Ya en el comienzo de la Humanidad nos encontramos con el enfrentamiento entre Cain-Hebel; adquisición, pertenencia, derechos frente a Hebel. Hebel representa la vanidad, la humildad sin derechos. Cain es el primero que trae al mundo el concepto de “dar”, entregar, sacrificar, tras el “también” Hebel, pero con una pequeña diferencia, el primero “da” de lo que encuentra, ropa usada vieja, frutos marchitos, solamente para “cumplir”, mientras que Hebel “da” de lo mejor de su rebaño, de corazón para dar. Hashem premia a Hebel y desprecia la entrega de Cain, quien no entiende el por qué, a lo que Hashem le critica: “Im Tatib Sheet” “Si mejoras, te elevas, depende de ti, de tu intención”. Diez generaciones pasaron desde el primer hombre hasta que Hashem decide exterminar la humanidad. “Pues vio Hashem la gran maldad del hombre sobre la Tierra, pues todo el instinto en su pensamiento es únicamente malo”. Busca la maldad por maldad, al animal mata para comer y solamente cuando tiene hambre, el hombre llegó a hacer la maldad sin necesidad, no hay lugar a esa creación. Maldad por maldad, Amalek, Hamán, Hitler, no murieron, solamente se turnan. Al principio de la Creación tardaron diez generaciones en corromperse, pero no solamente el ser humano se corrompió, sino que consiguió corromper a todo ser viviente y hasta al mundo vegetal. Sí, con el hombre comenzaron la falta de límites, en que tomaban gentes sin importar edad, parentesco, sexo, todo estaba permitido. Si ese es su deseo ¿por qué tiene que esconderlo? ¿Nos parece raro? ¿Por qué tiene que avergonzarse el que hace lo que le place? ¡Freedom! ¡No barreras! ¡No límites! ¡No orden! ¡No valores!, hasta el punto que se avergüenza quien habla de ellos. En la mayoría de las sociedades “modernas”, puede terminar detenido y procesado quien intente expresarse por el orden y valores. ¡Qué mundo tan equivocado! Todos pueden decir lo que les parece, menos el que dice lo que debiera.
Parashá Bereshit II
Tras la creación del hombre en el último día, viernes a las 11 de la mañana, fue ordenado a gobernar la creación con la única prohibición de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, nos comentan nuestros Sabios que el primer hombre estaba al nivel de los ángeles, en los que por falta de conocimiento del mal, no existe en ellos la elección, por lo que sus hechos son automáticos, a lo que el Talmud declara que el hombre está por encima de os ángeles, pues tiene que sobreponerse a sus instintos y deseos para alcanzar el bien. Este fue el propósito del primer hombre en su búsqueda por elevarse equivocándose en querer ser más de lo obligado, como nos advirtió la Torá: “No aumentes y no disminuyas”, pues la meta es acatar el deseo Divino. Tras el error el hombre es castigado con la muerte, pues la eternidad, por definición, no tiene límites y el hombre sin el pensamiento de un final, la soberbia y el poder lo llevarían por naturaleza a la equivocación. Solamente el pensamiento de que debe existir una “razón” de la existencia, es la que obliga a la persona a buscar la meta de su vida. La Torá nos cuenta cómo el primer hombre, tras nombrar a todos los seres vivientes, “no encontró” “Ezer Kenegdó”, es decir que todos los seres vivientes, de cierto nivel de desarrollo, fueron creados macho y hembra, solamente el hombre era el único incompleto. El primer hombre entendió que no era una necesidad hormonal lo que le faltaba, sino una falta en su perfección, lo que hoy muchos no entienden que la unión hombre-mujer no es una sociedad económica ni una compañía de intereses, ni una unión cómoda de acompañamiento, sino una necesidad existencial innata por lo que el matrimonio hombre-mujer no es un deseo permisivo, sino una obligación imperativa, no es un derecho sino una obligación “Peru Urbu Umilu Et Haaretz” “Fructifíquense y multiplíquense y llenen la Tierra”, es una obligación, una necesidad natural, una bondad infinita. ¿Cómo puede la persona pensar en evitar algo, que a los nueve meses entregaría su vida por ella? Quisiera preguntarle a una madre ¿a quién quiere más, al primer hijo o al último?, a lo que respondería lógicamente es como preguntarse a qué dedo de la mano quiere más, todos son diferentes, necesarios y queridos.
Parashá Bereshit I
Tras el comienzo de la Torá con la Creación del Mundo donde nuestros Sabios de la Kabalá exigieron un nivel muy alto para su entendimiento “Maasé Bereshit” y que solo un maestro lo transmitiera personalmente a su alumno, o como dijera Rashi “no se escribió esta Parashá Bereshit sino para estudiarla con profundidad” ya que si se lee en su sencillez, no es entendible, pero qué podemos hacer si todo “erudito” que apenas sabe leer hebreo “tiene” su crítica al escrito, y hasta aparecieron ensayos universitarios con el título “Crítica de la Biblia”. Está claro que un parvulito no puede, pues no tiene ni la capacidad ni el conocimiento para “criticar” planos de un arquitecto. Es necesario conocimiento, experiencia y sabiduría. Tras los “seis días” de la Creación, de lo que discutieron nuestros Sabios en todas las generaciones sobre la duración de dichos días, entre ellos Ranbam (Najmánides) y Rashí (Rabí Shlomo Ben Yitzjak), hasta llegar a entenderlo en los conceptos de la física moderna o no tan moderna, en la que el tiempo es inversamente proporcional a la velocidad E=mc²=mxe²/t² cuando la energía no nace ni desaparece sino solamente se transforma por lo que la misma física niega la creación por sí, sino solamente su transformación. Mi gran Rabino R. Shalom Shefadrom solía decir: “Si el hombre desciende del mono, tengo muchas dudas, pero de lo que no dudo es que muchos monos vinieron del hombre. Temas más profundos se desarrollaron desde el nacimiento del primer hombre que no encuentran “Ezer Kenegdó” (Ayuda frente a él). La Torá nos comenta cómo el primer hombre dio nombre a todos los animales y seres vivientes, al perro los llamó “Kelev” (Todo corazón)… Nos recalca la Torá que el nombre que le dio, ése es su nombre, es decir su cualidad, no muchi ni puchi, Kélev=Todo corazón. Adam=Adamá (tierra) “de la Tierra te creé y a la Tierra volverás”. No te servirá ni congelación ni ningún otro tratamiento, “de la Tierra saliste y a la Tierra volverás”. Nóaj=descanso, pues en sus días se descubrió el arado, que ayudó a la persona en su trabajo diario de la tierra. Hasta la época de Nóaj se trabajaba la tierra casi con las manos. El nombre, no solo en los animales sino hasta en el humano, demuestra su significado y su potencial. Abraham=Ab=padre, Ram=grande, Yitzjak=risa, Yaacob=retener, Israel=ministro, etc.
Sucot
Halajá 118
Dictamina el Shulján Aruj que la mitzvá de Sucot tal como lo explica la Torá, “Siete días asentaréis en Sucot” se cumple, comiendo, bebiendo, durmiendo y haciendo todos los menesteres, convirtiendo la Sucá en su hospedaje fijo y su casa temporaria. En muchas comunidades del norte de Europa, en especial en Rusia, por las condiciones climatológicas, temperaturas muy por debajo de 0 grados, no acostumbraron a dormir, aunque muchos Poskim pusieron en duda la Kashrut de una Sucá en la que no puede dormirse en ella, pues falta lo dicho “habitarás en ella”. Asimismo, dictamina la Halajá que una Sucá construida en un lugar maloliente u otros defectos que la hacen inhabitable, no están permitidas. La persona deberá cuidarse de usar para la Sucá Sjaj robado o de jardín público del que no recibió permiso. Cada vez que se siente a comer pan en la Sucá (incluso en los ashkenazim pasteles de harina) tras la bendición “Hamotzí Lejem Min Haaretz”, dirá la bendición “Le Yeshev BaSucá”; en los días que se dice Kidush como los días festivos o Shabat lo dirá al final del Kidush y después dirá “Hamotzí…” Si desde que dijo la berajá de la Sucá no salió de la misma o hubo continuación por medio de otros comensales, no deberá repetir la berajá. Aunque hemos dicho que el dormir también es obligatorio, no se bendice por el mismo hecho, no vaya a ser que no concilie el sueño y se convierta en una bendición innecesaria. Si se ve forzado a abandonar la Sucá en contra de su deseo, como en caso de lluvias o calor extremo, no abandonarla despectivamente, sino con dolor de quien quiso hacer una mitzvá y se le imposibilitó. Asimismo, al final de la festividad no tirar a la basura el ramaje de la Sucá, en forma despectiva. La Sucá no necesita mezuzá, por ser temporal, habitable por siete días, pero si la construyó dentro de la casa o en el balcón que ya tenía, no debe sacarla. Hay que recordar que como la mitzvá de Sucá es de siete días, es una mitzvá que depende del tiempo (15 de Tishrei) y por lo tanto las mujeres y niños, si la cumplen, hacen una gran mitzvá, pero no están obligados como en todas las motzvot que dependen del tiempo.
Sucot
Halajá 117
Tras construir las paredes de la Sucá, llega el momento del “Sjaj” techo de arbusto que debe ser “crecido de la tierra”, como ramas de árbol “cortado y no plantado”, pues si aún está vivo, como el caso de una parra o viñedo o trepadora. Otra condición que no sea un instrumento como la madera de una cama o una escalera o si tiene más de 4 tefajim, como 32 cms. de ancho y fue parte de un instrumento como una silla. Todos estos casos se consideran no Kasher, el que se sienta debajo de ese ramaje como el que se sienta debajo del techo. Asimismo, no deberá usar como Sjaj verduras y frutas comestibles, pero sí adornos, aunque no podrá comerlos aunque se caigan, ya que los dedicó a la Sucá, a menos que los acondicionó, para que cuando quiera comerlos o se caigan, dejarán de ser parte de la Sucá. Asimismo debemos recordar que el Sjaj debe dar sombra más de lo que deja pasar el sol al mediodía, pero no debe ser demasiado espeso que no permita pasar la lluvia, ya que se sospecha que se confunda con un techo normal. En zonas de fuertes lluvias deberá consultar cómo construir la Sucá, para no perder una mitzvá tan grande y no mojarse pues, si la lluvia penetra de manera que pueda estropear la comida, no solamente que no hay obligación de comer en la Sucá sino que quien se empeña y se queda, está equivocado, y si bendijo, su bendición fue incorrecta. Debemos recordar que la primera noche la comida en la Sucá es obligatoria de la Torá por lo que deberá esforzarse por comer pan y si lloviera, deberá esperar a que deje de llover para cumplir la mitzvá. En el resto de los días solamente si está interesado en comer pan, está obligado a hacerlo en la Sucá, pero no podrá comer si está ocupado en otra mitzvá, como estar cuidando a un anciano o un enfermo o esté de viaje. Mismo que no está obligado, todo aquel que se empeña en hacerlo, o estar o cualquier otro uso no despectivo, cumple con el precepto: “Siete días habitaréis en las Sucot”.
Sucot
Yom Kipur
Yom Kipur
Ayuno de Guedalia
Halajá 112
Entre los cuatro ayunos que realizamos a lo largo del año en recuerdo de las desgracias ocurridas a nuestro Pueblo y la destrucción del Templo, nos recuerda el profeta Zom Hashebii, el ayuno del séptimo mes en el que nos relatan nuestros Sabios que con la muerte de Guedalia Ben Ajikam, nombrado delegado por parte del imperio romano luego de la destrucción del Templo y por miedo a la represalia, el resto del Pueblo de Israel tuvo que escapar a Egipto y con ello se acabó la esperanza de la repoblación de la Tierra de Israel. El ayuno viene a recordarnos en especial el villano comportamiento de Israel Ben Netaniya que, por envidia del éxito en la administración de Guedalia Ben Agikan, recordamos que las mayores desgracias de nuestro pueblo fueron causa propia. “Majarinayij U Maharisayij Mimej Yezev” “Tus destructores y moledores de ti saldrán”. Andamos siempre buscando excusas y culpando al prójimo, antisemitas, anti…, anti… y no entendemos que ellos son solamente los mensajeros y los que actúan, pero no la causa; Las causas siempre están en nosotros, la envidia, el odio, las malas relaciones humanas son verdaderamente la razón de las desgracias. El ayuno es solamente el medio para recordar y recapacitar y corregir, como dijeron nuestros Sabios: “No se destruyó el segundo Templo sino por el odio en vano, por lo que no se construirá sino por amor gratis, amar por amar, cuando amar no son “los besitos” ni la atracción, sino la entrega y preocupación por el prójimo sin razón, amor por amor. El ayuno que dictaminaron nuestros Sabios prohíbe solamente la comida y la bebida desde la alborada hasta el anochecer, cuando lo importante del ayuno se encuentra en la recapacitación y la decisión de corregir nuestros impulsivos comportamientos con respecto al prójimo. Toda persona enferma, aún sin peligro de vida, así como los menores de Bar Mitzvá, están exentos del ayuno.
Víspera de Rosh Hashaná
Shabat Teshuvá – Mitzvá Eruv Tavshlín
Rosh Hashana
Parashá Nitzavim
“Atem Nitzavim” “Presentes”. Con esta imposición comienza la parashá de esta semana víspera de Rosh Hashaná. El compromiso de “todos” con Hashem y la Torá y la responsabilidad mutua de unos con los demás, donde nadie se puede justificar.
“Shalom Yihié Li” “La paz será conmigo”, sin preocuparse ni de los demás ni de sus hechos. El camarote es particular, pero el barco es común a todos. En altamar es difícil descubrir el horizonte, todo nos parece igual, agua por todos lados. No parecería importante a qué puerto nos dirigimos, pues la magnitud del mar hace perder toda sensación de pertenencia. Pareciera que todos los mares son iguales. Un puerto más por atracar, un año más de existencia, pareciera que nada cambia. La misma soga de atraque nos engaña en todo puerto.
¡Qué error! Cierto que podríamos estar navegando sin rumbo definido y nos parecería correcto, pero cada punto del mapa tiene sus cualidades. Casi un año más de vida, mensajes, consejos, estudio, ¿pero volvimos al mismo puerto del que partimos? Qué triste, si en el trayecto no aprendimos nada y no corregimos los errores y sobre todo ¿qué hicimos por los demás, por el barco que nos lleva (y esperemos que no a la deriva), aún estamos a tiempo, unos días más ya será tarde, pero cada día, cada hora es un sinfín de oportunidades.
“Ree” “Observa” “Te di hoy la vida y lo bueno, la muerte y lo malo…” En nuestras manos está la elección, no nos dijo, cree. ¡No! Observa, solamente hay que poner atención y ver cómo la vida depende de nosotros, la tensión por conseguir, los nervios por vengar, la persecución por los placeres. ¿Hay algo más ridículo que dejar apartamentos de cientos de metros de superficie por un incómodo cuarto de 20 metros cuadrados, con los nervios de los vuelos y las molestias de las maletas y el costo de los tickets, solamente para satisfacer el deseo de cambio o del instinto de que lo conocido no tiene valor?
Dice el Talmud “que el agua del vecino es más dulce, aunque las dos vienen de la misma fuente, en vez de desear la bendición de Yaacob a su hijo Isajar al decirle: “Vayar Et Hamenujá Ki Tov” “Y vio que el descanso es bueno…” ¡Stress, stress, stress! ¿Hasta cuándo?
